Con más de un 81% de ocupación en el Valle Las Trancas y 90% en el complejo Nevados de Chillán durante estas vacaciones de invierno, y con nieve suficiente para asegurar la temporada hasta septiembre, los empresarios turísticos no esconden su optimismo por los resultados de estas vacaciones de invierno, que entre sus principales ingredientes destaca el regreso de los visitantes extranjeros.
Sin embargo, tanto en Las Trancas como en Nevados de Chillán coincidieron en que la nieve no solo trajo beneficios, sino que también generó trastornos en la conectividad vial, en la continuidad del suministro eléctrico y en las telecomunicaciones, y apuntaron al “deficiente” servicio de mantención de la Ruta N-55, conocida como el Camino a Las Termas, con constantes tacos producto de la acumulación de nieve y la descoordinación de las autoridades. De hecho, en los últimos días hubo jornadas en que algunos tramos del único camino para entrar y salir del principal centro de turismo invernal del centro-sur de Chile estuvieron cortados totalmente. Con razón, los operadores turísticos de la zona coinciden en la necesidad de mejorar la capacidad de anticipación de altas precipitaciones y contar con equipamiento adecuado para la mantención de los caminos.
Igualmente, esta “avalancha” de turistas ha representado un desafío para los empresarios, pues es clave que el servicio que entreguen cumpla con altos estándares, pero también, como desafío permanente -y porfiadamente olvidado-, es avanzar en materia de sustentabilidad.
Las Termas de Chillán y el valle Las Trancas constituyen un patrimonio natural único y, como tal, un atractivo turístico insoslayable que representa un recurso fundamental para el desarrollo local. Y aunque el éxito turístico se mide en la cantidad de personas que visitan un lugar, es imprescindible llevar a cabo cambios que permitan un desarrollo sustentable, de modo que sus atractivos no sean dañados por la “industria sin chimeneas”. En efecto, si el crecimiento no es acompañado de un mantenimiento de las condiciones naturales que hacen atractivo el lugar, se percibirá un menoscabo en el nivel de satisfacción de los visitantes.
Constatar, por ejemplo, que el agua para consumo humano del principal complejo turístico de la Región proviene de una maraña de precarias captaciones de vertientes y afluentes del río Renegado; o que no existe alcantarillado para la evacuación de aguas servidas y que el manejo de los residuos depende de un par de camiones cuya frecuencia es incierta, constituyen la peor publicidad posible, por más que haya un esfuerzo genuino y concreto por entregar una mejor atención.
El prolongado receso provocado por la pandemia, y las enormes pérdidas sufridas por empresas turísticas, grandes y pequeñas, ha puesto el foco en la reactivación y el número de visitantes. Sin embargo, la coyuntura no puede hacer olvidar la necesidad de una visión estratégica y una planificación del territorio para una actividad que requiere un alto compromiso del sector público y privado para evitar su degradación.