Los atractivos turísticos del Valle del Itata son mucho más diversos de lo que pudiera pensarse, sin embargo, este sector tiene relevancia económica solo en Quillón y Cobquecura, donde es marcadamente estacional.
Al estar definido como uno de los ejes estratégicos para el desarrollo de la Región de Ñuble, el trabajo de los sectores público y privado consiste en generar las condiciones para su fortalecimiento, potenciando destinos, implementando programas de atracción de inversiones, colaborando estrechamente con el sector privado y ejecutando inversiones que contribuyan a ese objetivo, por ejemplo, pavimentando polvorientos caminos.
El Valle del Itata no solo ofrece balnearios como Cobquecura y Quillón, sino que también las ricas tradiciones del campo, que se expresan en el turismo rural; el turismo aventura, con actividades al aire libre en entornos de alto valor natural, como el trekking, el surf o la bicicleta; y el turismo histórico-cultural, que se sustenta en la herencia de batallas, de artistas y de la vitivinicultura, algo mucho más profundo que el enoturismo.
Lamentablemente, esa riqueza sigue sin explotarse como si de un secreto se tratara, y todavía son pocos los afortunados que han logrado penetrar en el “Itata profundo”, escuchar las historias de quienes han hecho de las uvas su vida y disfrutar de sus vinos con identidad que hoy se lucen en las más prestigiosas mesas.
Hace 15 años este rubro era subestimado y la mirada del Estado estaba puesta principalmente en los destinos más populares, donde los municipios aborda ban de manera individual y con escasos recursos la misión de atraer visitantes, lo que generalmente se reducía a financiar presentaciones artísticas en verano.
Hoy, con una mirada más integradora, la apuesta es trabajar asociativamente, entre empresarios y entre municipios, incluso con Concepción, Chillán y Pinto, que pueden aportar pasajeros de hoteles interesados en conocer las viñas.
Hoy existen esfuerzos desde la institucionalidad pública por promover los destinos, por capacitar a los empresarios y trabajadores del sector, por incentivar las alianzas y la asociatividad, y por fomentar la creación de productos turísticos que se transformen en experiencias para el turista. Hace 5 años se trató de implementar un tren patrimonial, una buena idea que quedó a medio camino, pero que sería interesante reactivar.
Sin duda, el camino que aún falta por recorrer es largo. Los recursos son insuficientes y las distintas instituciones públicas no dialogan entre sí, una de las razones por las cuales la deficiente señalética vial sigue siendo un problema y muchas familias dependen de los camiones aljibe para abastecerse de agua.
El postergado Valle del Itata necesita crear una demanda, y de igual forma, mejorar sus servicios y su infraestructura pública y privada para recibir a los turistas; se requiere generar productos, pero también es clave “creer en el destino”; que sus habitantes, los viñateros y agricultores en general, sientan que viven en un lugar especial y sean los más entusiastas promotores de sus atractivos.