Así vivió Ñuble el plebiscito que marcó la derrota de Pinochet en 1988

El plebiscito del 5 de octubre de 1988 quedó grabado en la memoria de Ñuble como uno de los hitos más intensos de su historia reciente.
En esa jornada, miles de vecinos de Chillán, San Carlos, Bulnes, Quirihue y decenas de localidades rurales participaron en la consulta que definía la continuidad de Augusto Pinochet en el poder, o la apertura de un proceso de transición democrática.
Era la primera vez en 15 años que los chilenos podían expresarse en las urnas sobre el rumbo político del país, y la expectación se vivía en cada calle, plaza y hogar.
La preparación había comenzado semanas antes, con brigadas del SÍ y del NO que empapelaban muros y postes en las comunas de la provincia.
Los adherentes al oficialismo resaltaban el “orden” y la “estabilidad” alcanzada, mientras los partidarios del NO llamaban a perder el miedo y abrir paso a la libertad.
En el Chillán de fines de los años 80, marcado por la crisis económica y el desempleo, el debate se sentía en las ferias libres, en los mercados y en los terminales rurales, donde las conversaciones giraban una y otra vez en torno a la votación.
Gran concurrencia
La jornada comenzó temprano, con mesas constituidas en horario y largas filas de votantes que esperaban con paciencia.
La edición del 6 de octubre de La Discusión destacó el orden y la masiva asistencia, describiendo un despliegue de seguridad sin precedentes: carabineros custodiaban cada local y efectivos militares vigilaban las principales avenidas. El recuerdo de la dictadura estaba presente, pero no fue suficiente para inhibir a los miles que acudieron a sufragar.
En el centro de Chillán, la expectación se vivía con intensidad. Tras emitir su voto, muchos se quedaban en los alrededores de las escuelas comentando rumores y cifras extraoficiales. Los cafés de la ciudad, los pasajes peatonales y las radios locales eran verdaderos foros de discusión.
En contraste, en comunas rurales como Ñiquén o Coihueco predominaba la cautela: campesinos y jefas de hogar se acercaban en silencio, muchos estrenando su derecho a voto tras años de marginación política. Allí, el sufragio se vivía como un acto íntimo, cargado de temor y esperanza al mismo tiempo.
La madrugada sin fin
La noche fue larga. En la sede de La Discusión, periodistas y corresponsales recibían datos que llegaban lentamente desde las mesas. Los primeros escrutinios revelaban lo ajustado de la competencia en Ñuble, con sectores conservadores inclinados por el SÍ y un voto urbano que fortalecía al NO. Las sedes de partidos políticos y comandos improvisados en casas particulares se llenaron de militantes y vecinos que seguían la radio y la televisión hasta altas horas de la madrugada.
Pasada la medianoche, la tendencia nacional era irreversible: el NO se imponía con un 55,99% frente al 44,01% del SÍ. En Ñuble, aunque los márgenes fueron más estrechos, varias comunas votaron mayoritariamente por el cambio.
La madrugada del 6 de octubre trajo celebraciones espontáneas en plazas y calles de Chillán, con bocinazos, banderas y cantos de alegría.
Sin embargo, esas manifestaciones estuvieron marcadas por la prudencia: la gente sabía que aún gobernaba Pinochet y temía represalias.
La edición del diario al día siguiente recogió testimonios de calma y un sentimiento compartido: la certeza de haber sido parte de un momento histórico. No hubo desmanes ni violencia, y predominó un ambiente de serenidad. Quienes apoyaban el SÍ lamentaban el desenlace, mientras los partidarios del NO hablaban de “un triunfo de la democracia”.
Casi cuatro décadas
Treinta y siete años después, Ñuble recuerda ese plebiscito como el día en que el voto ciudadano venció al miedo. Una jornada en que la otrora provincia -hoy convertida en región- reflejó el pulso del país entero: la esperanza de recuperar libertades, el deseo de abrir un nuevo capítulo y la convicción de que la democracia se construye con participación. Fue, en definitiva, el inicio de una transición política que transformó la historia de Chile y que en Ñuble aún se rememora como una victoria cívica y colectiva.