Señor Director:
La generación que hoy gobierna en nuestro país ha terminado imponiendo una ideología neocolectivista, que versiona
y actualiza el esquema dialéctico que caracterizó al marxismo en el siglo XX, dándole un nuevo aire. Las contradicciones
que hoy tensionan a la sociedad, y que es preciso agudizar para exacerbar el conflicto, se vinculan más con asuntos de
naturaleza cultural y simbólica, que con las conocidas cuestiones de clase. Así nacen el feminismo vulgar, el indigenismo
y otras oposiciones irreconciliables que hacen virtualmente imposible la integración y estabilidad social.
Por su parte, aquel sector político que se complace en llamarse socialismo democrático, en estos años ha renuncia-
do a muchos de los postulados que sus representantes defendieron durante los 30 años anteriores, y en una extraña
espiral teñida de resentimiento y oportunismo, ha renegado de su propia obra y terminado abrazando sin reservas la
nueva ideología.
El problema que presenta la nueva oferta de ideas para nuestro país, radica en que esta ideología se funda en una
antropología falsa, puesto que su visión del ser humano es defectuosa o al menos incompleta; no dispone de un ver-
dadero proyecto de sociedad, dado que se agota en el rechazo de lo existente sin aportar una dimensión propositiva
seria; carece por lo mismo de una mirada integradora, y en cambio ofrece soluciones propias de otras épocas, que por
lo demás han fracasado allí donde han sido aplicadas.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega