Señor Director:
Refugio, albergue de la vida microbiana, sombra, alimentos, materias primas, balance del oxígeno ambiental, reducción de la temperatura del suelo, modelamiento del paisaje, hasta inspiración de obras artísticas, son algunas de las acciones que permiten los árboles, un recurso natural renovable que muchas veces pasa desapercibido ante nuestros ojos.
Factores tanto bióticos como abióticos están impactando fuertemente a los árboles a nivel global, y se ven recrudecidos por los efectos de la emergencia climática que estamos viviendo. Es casi evidente el efecto directo que tiene la deforestación y los incendios forestales en los ecosistemas, más aún si consideramos la extensa superficie de terreno destinada a la producción forestal. En nuestro país, un árbol emblemático como las araucarias está siendo afectado por enfermedades fúngicas y ha replegado el trabajo de diversas entidades, tanto gubernamentales y de la academia. Todos concuerdan que este devastador efecto puede verse recrudecido por la baja disponibilidad de agua y por el aumento de la temperatura ambiental.
Si bien este es uno de los casos más mediáticos en Chile, recientes análisis señalan que son cerca de 10 árboles nativos los que presentan alto riesgo de extinción. Por tanto, la reforestación y el aumento de áreas verdes protegidas son la principal medida para mitigar este fenómeno y poder preservar este invaluable patrimonio genético. El pasado 6 de julio conmemoramos el Día del Árbol en nuestro país, fecha que no fue tan difundida como se debiera, pese a que nos hace recordar la importancia de la protección de estas especies para asegurar que la vida de la inmensa diversidad biológica del planeta siga siendo posible.
Julio Retamales
Académico Investigador del Instituto de Ciencias Naturales de UDLA