La pandemia del coronavirus ha descolocado todo y aún no lo asimilamos por completo. De hecho, aún seguimos un poco aturdidos, sin embargo, después de un año vale la pena hacer la pausa y pensar que aprendizajes nos deja esta crisis y cómo influirá en nuestra vida futura.
Lo primero, es la verdadera transformación tecnológica a que se han sometido no solo las empresas sino las personas: los pagos por celular, el entretenimiento por las plataformas de streaming, las videollamadas, el consumo de información en tiempo real y toda clase de usos tecnológicos llegaron para quedarse. Ese salto tecnológico apoyado por el mejoramiento de las conexiones a Internet es, sin duda, la primera gran herencia de esta pandemia que se extenderá por varios meses más.
La segunda gran tendencia tiene que ver con el llamado teletrabajo. El salto tecnológico derivado de la pandemia hizo que trabajar desde la casa se haya convertido en una realidad que en otras condiciones habría sido muy difícil de introducir en sociedades enfocadas a desenvolver su vida laboral en calles, fábricas y oficinas.
El pensador británico Thomas Robert Malthus señalaba que después de toda pandemia o guerra venía una época de crecimiento económico, en este caso se demorará un tiempo que ocurra pues las pérdidas todavía son invaluables.
No se sabe si habrá una nueva sociedad, pero al menos esta pandemia debe llevar a valorar el relacionamiento de los unos con los otros, el papel de la salud pública para el país y el valor de la solidaridad que debe aflorar para que unos y otros podamos sobrevivir.
Igualmente, debemos dar a la ciencia el valor que se merece: hemos estado como nunca en la historia reciente, sujetos al papel y las certezas de los científicos para controlar la pandemia y encontrar una vacuna para ella. La comunidad médica y científica global ha trabajado en conjunto para hallar el mejor tratamiento posible. Por ello los ciudadanos tenemos que seguir defendiendo la ciencia y obligar a su impulso, por encima de la especulación, las noticias falsas y los políticos charlatanes.
Mucha gente ha muerto y lo seguirá haciendo, familias que no se podrán despedir, pequeños empresarios que no verán de nuevo su empresa y empleados que deberán volver a buscar trabajo. Un duro panorama, qué duda cabe.
No cabe duda que al final de esta crisis, que todos esperamos llegue pronto y con la menor cantidad de estragos posibles, todas nuestras vidas y nuestros planes habrán cambiado para siempre. El mayor error a estas alturas sería salir de estos días oscuros e inciertos sin haber aprendido lección alguna.