Señor Director:
Cuando algunos parlamentarios, con más retórica que argumentos, proponen adelantar la elección presidencial para abril del próximo año, ni siquiera dimensionan lo peligrosamente populista de su propuesta.
Conviniendo que el Gobierno de Sebastián Piñera será recordado por décadas como el peor desde el retorno a la democracia, ello no significa que se deba anticipar su salida. La esencia democrática se sustenta en el respeto a la institucionalidad y sus ciudadanos.
Elegir mal es parte del aprendizaje. Hemos comprendido, entonces, que la campaña del terror de fines del 2017, no tenía asidero, que votar por el mal menor -como muchos plantearon- tampoco es la solución, y que programas cargados de promesas imposibles de cumplir, sólo nos lleva a la desilusión y posterior rabia. Al Presidente Piñera, le ha costado escuchar, dialogar y asumir responsabilidades y junto con eso, ha confirmado que tener experiencia empresarial, no te hace un buen Presidente (situación similar a la de Trump).
Pero todo eso es parte del aprendizaje que robustece nuestra joven democracia. Con la experiencia que hemos observado en nuestros países vecinos, debiéramos aprender que reemplazar presidentes, sólo genera más crisis y una anarquía institucional.
Demás está decir, que quienes promueven esta iniciativa en el parlamento, no se caracterizan, necesariamente, por ser ejemplos de eficiencia y profesionalismo. Por el contrario, de demagogia y populismo sí, en su expresión burda.
El próximo año tendremos elecciones, es de esperar que como país hayamos aprendido a elegir mejor y no sólo a nuestros gobernantes, sino también a los y las demás autoridades. Es la clase política la que está en vilo y con ellos nuestra democracia representativa.
Felipe Vergara Maldonado
Analista Político UNAB