Una Región que nació con los niveles de pobreza que tiene Ñuble, no puede distraerse del objetivo de crecer, y ese crecimiento requiere de estímulos a la capacitación y el emprendimiento, que parecen ser los elementos clave para que Ñuble deje atrás las altas cifras de pobreza reveladas por la última encuesta Casen, que estableció que un 21% de la población vive bajo la línea de pobreza y un 6,5% en la pobreza extrema.
Y es que entre los principales factores de esta vergonzosa realidad figuran la escasez de capital humano calificado, asociada a salarios inferiores que el promedio nacional, lo que fomenta la migración de los trabajadores; y las bajas tasas de inversión, que repercuten en un crecimiento mediocre, con efecto en el empleo.
De ahí que entre las muchas expectativas que hay en torno a la nueva región, destaque la posibilidad de darle un impulso al crecimiento, pero para lograr aquello se necesita generar incentivos: potenciar las áreas estratégicas para el desarrollo, como el agropecuario y agroindustrial; mejorar la infraestructura para aumentar la competitividad y la calidad de vida de los habitantes; y fundamentalmente, contar con una masa crítica de profesionales y técnicos que sean capaces de aportar a este desafío.
En la última década se crearon 5 mil empresas en Ñuble, que se explica principalmente por el aumento en los sectores comercio y transporte. El sector silvoagropecuario, en cambio, exhibe un estancamiento.
Los gremios agrícolas vienen lamentando hace décadas el abandono en que se encuentran los rubros más tradicionales, que han ido cediendo terreno a otros más rentables orientados a la exportación, pero ese abandono no tiene que ver con la entrega de menos subsidios, sino que con la falta de políticas que fortalezcan a este sector.
Y si bien desde el ámbito público existe una amplia batería de instrumentos que apuntan al fomento productivo, al emprendimiento y la innovación, no es menos cierto que aún existe el desafío de descentralizar aún más la asignación de estos recursos, pero fundamentalmente, de capacitar a los emprendedores e incentivar la asociatividad, de manera de superar brechas de acceso a tecnologías y a conocimientos de administración.
Es por lo anterior que resulta clave trabajar en una adecuada focalización de los recursos públicos para la construcción de un capital humano calificado, que contribuya al desafío de agregar valor a la producción, que aporte conocimiento y se atreva a innovar, de manera de seguir diversificando la matriz productiva de Ñuble, porque ello se traducirá en un círculo virtuoso, con nuevos emprendimientos y más y mejores empleos, brindando la oportunidad a muchos talentos locales de quedarse en esta fértil región.