Muchos chillanejos se están preguntando por qué el alcalde Sergio Zarzar decidió justo ahora, a tres meses de que expire su administración, llevar a cabo el proceso de llenado de plantas en los cargos directivos del municipio, pues si bien existía una solicitud desde hace bastante tiempo en este sentido, a estas alturas parece más bien un intento de “apernamiento” de algunos de sus colaboradores, vale decir, dejarlos contratados de manera indefinida y luego irse.
Si bien el proceso se está llevando a cabo de manera legal -la semana pasada publicó los llamados a concurso para siete cargos-, son muchas las dudas que han surgido en torno a la oportunidad, pero también respecto a algunas anomalías, pues según concejales y funcionarios las bases de los concursos y los perfiles de los cargos serían “trajes a la medida” para colaboradores cercanos y, por otro lado, cuestionan que existan eventuales conflictos de interés en la conformación de los jurados, o la alta ponderación de la entrevista personal en desmedro de las competencias técnicas.
¿Cuál es el apuro del alcalde? ¿Por qué quiere dejar nombrados esos cargos ahora? Son preguntas que cualquier votante se puede hacer y que el jefe comunal responde con una frase digna de un autócrata: “estoy haciendo uso de una prerrogativa que como alcalde me confiere la ley”, como si las decisiones de la autoridad no debieran ser discutidas con el soberano representado en el Concejo Municipal.
Zarzar se defiende de las críticas invocando su probidad autoproclamada y asegura que tiene la autoridad moral para llevar adelante este proceso, pero lo dice en un contexto marcado por polémicas, como el bullado caso de las luminarias led, con un colaborador cercano imputado; o el contrato de mantención de áreas verdes. Nadie ha puesto en duda la probidad del alcalde, y sorprende que él se vea en la necesidad de ratificarlo, pero la honestidad que la ciudadanía le reconoce no ha impedido que durante su administración se hayan cometido errores, que se investigue un caso de corrupción o que se evidencien deficiencias en ciertas áreas.
Además, resulta curioso, por decir lo menos, que los concursos se concentren solo en seis directores y el secretario municipal y no abarcara al total de cargos disponibles en la planta, lo cual era un compromiso, según la Asociación de Funcionarios Municipales.
Es importante considerar que seis de los ocho concejales le solicitaron al alcalde frenar estos concursos que parecen el pago de favores políticos, pero lamentaron la tozudez de Zarzar, por lo que esta semana lo volvieron a hacer de manera formal. Los ediles han sido muy críticos de esta decisión y han presentado sólidos argumentos jurídicos que acusarían vicios, por lo que pidieron abrir un proceso de invalidación de estos concursos.
Pero más allá de los eventuales vicios denunciados, el sentido común indica que no es conveniente hacer esos concursos a última hora y aconseja dejar dicha decisión a la próxima administración que asumirá en mayo. Se entendería que un alcalde saliente quisiera dejar “apernados” a colaboradores leales o pagar favores políticos, independiente de su calidad técnica, solo si dicho alcalde no tuviera respeto por la democracia y los ciudadanos.