La Región de Ñuble experimenta una necesidad imperiosa de encontrar el camino que la instale en la senda del crecimiento y lo que más puede ayudarla a alcanzar ese objetivo es, sin duda alguna, la creación de una genuina cultura del emprendimiento y de la innovación.
Este camino debe ser transitado por los diferentes sectores de nuestra economía, especialmente aquellos como la agricultura, que ocupa un lugar trascendente en nuestra matriz productiva y sobre la cual existe una equivocada idea de conservadurismo y resistencia al cambio.
Es innegable que los aproximadamente 35 mil productores de la región están a medio camino entre la tradición y la innovación y que aún son pocos los que asumen el gran torrente tecnológico que se está incorporando al agro y que implica mayor producción, y mayores exportaciones que el mundo reclama y retribuye mejor que en el pasado.
Sin embargo, sería un error no reconocer que cada vez más productores se van colocando en línea con la agricultura de precisión y comprenden cada vez más la importancia de realizar sus tareas bajo auditorías confiables, destinadas a certificar la bondad de las prácticas agronómicas.
Cuenta la zona con especialistas para acelerar el paso en esa evolución, con conocimientos en tecnología informática y modelos matemáticos que pueden cruzar series históricas día tras día, de treinta o cuarenta años seguidos en lluvias, temperaturas, heladas, etcétera, y obtener para cada cultivo, según el lugar preciso del territorio en que se encuentre un campo, el momento ideal para siembra.
Merece, por lo mismo, destacarse el trabajo asociativo que han iniciado el Ministerio de Agricultura, el Gobierno Regional y la Universidad de Concepción, para crear un distrito de Innovación en Industria Agroalimentaria Inteligente, que permitiría generar un centro de transferencia tecnológica y de enseñanza teórico-práctica para la pequeña y mediana agricultura, incluida la agricultura familiar campesina.
En la misma línea, esta semana el Consejo Regional aprobó 904 millones de pesos para financiar proyectos de innovación en el uso eficiente del agua en la pequeña agricultura, mejoramiento de la tecnología y practicas de cultivos de castaño y avellano europeo, además de una iniciativa destinada a la optimización de la logística de la cosecha de cerezas para la exportación.
La capacidad de innovación y las conductas emprendedoras son ingredientes fundamentales para que el agro de Ñuble esté en condiciones de afrontar los desafíos de aprovechar de forma sustentable su potencial. El trabajo conjunto del sector público y la academia prometen una verdadera cosecha de la inteligencia aplicada al desarrollo regional.
Solo resta confiar que otros sigan este camino, descubriendo oportunidades, abriendo nuevos mercados, diseñando nuevos productos y procesos innovadores y, sobre todo, creando nuevos empleos.
