Señor Director:
La sociedad impulsa y valora la adquisición de conocimientos que fortalezcan el desarrollo cognitivo/académico de las personas y, junto con ello, la productividad. Desde pequeños se otorga mucha importancia a la adquisición rápida de aprendizajes: a contar, a identificar colores o decir más palabras, lo que muchas veces va en desmedro del desarrollo de aprendizajes socioemocionales que son fundamentales para las relaciones saludables, la comunicación asertiva y el desarrollo integral de las personas.
Una forma de dar respuesta a esta situación es promover la alfabetización emocional. Así como se aprende continuamente de números y escritura, también es posible aprender de emociones. Se trata de una habilidad que tenemos las personas para reconocer, comprender y expresar de manera socialmente adecuada nuestras emociones, así como de dar respuesta a las emociones de los demás.
¿Cómo potenciarla en la primera infancia?
Compartir las emociones sentidas, modelar la expresión facial y comunicar las sensaciones corporales son estrategias adecuadas: “mira lo enojada que estoy, esta es mi cara de enojo”, “qué alegría salir a jugar juntos, mira mi sonrisa”. También lo es verbalizar lo observado en relación con las emociones: “Te dio miedo cuando apagué la luz”.
El uso de juguetes y cuentos donde se incorporen diversas emociones sentidas por los personajes es de mucha utilidad. Por cierto, este aprendizaje se ve potenciado con el ejemplo, por lo tanto, es fundamental que los adultos incorporemos el lenguaje emocional como forma de comunicación habitual.
Catalina Sabat Agurto
Académica de Vinculación con el Medio de Psicología USS