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El primer perro de Antonio Escobar (57) fue un mestizo al que llamaron “Campeón”. Le siguieron ocho, quizás diez perros más, que le dieron vida a su familia amante de los perros. Todos mestizos.
Pero llegó el día en que, ya con más de 20 años a cargo del kiosco de El Roble esquina 5 de Abril, llegó el “Tote·, “un perrito mestizo de esos hush puppies y se apoderó de esta esquina. Yo me encariñé con él y le hice una casita de cartón al frente del kiosco”.A los pocos meses tuvo que hacer una segunda casa, porque enterado que en esa esquina siempre había agua y comida gratis, llegó el famoso “Maña”. Ese quiltrito blanco y negro que dormía a un costado de la Farmacia Ahumada y que hasta que la juventud le dio, cuidó al kiosco y a su generoso dueño”.
El “Maña”, más fuerte y territorial que el ya viejo “Tote”, lo echó del lugar y se apoderó de la esquina. Pero al “Tote” se lo llevó un matrimonio de los Campos de Doña Beatriz, en 2011.Pero el amor de don Antonio quedó como patrimonio exclusivo del “Maña”, uno era el amo el otro su guardián. La casa le mejoró, le pusieron palafitos, frazadas, un plato siempre lleno de comida. “Mientras fue joven nunca me entraron a robar al kiosco”.
“Un día llegué y no estaban ni él ni la casa y casi me morí. Pero me vinieron a avisar que estaba en el The Oz y luego se lo llevaron a un pub, donde yo lo iba a ver todos los días, para darle sus vitaminas. Pero al final, ya me lo llevé a mi casa porque lo sentía muy desorientado con todo lo que pasaba”.
El jueves antepasado, Antonio se levantó y le fue a dar las vitaminas. El “Maña” estaba muerto junto a un árbol. Se lo llevó un infarto. Abatido, se sentó a su lado, y se puso a llorar y a llorar, hasta que se quedó dormido junto a su perro, para compartir un sueño más por última vez.
“Al ‘Maña’ todos lo querían, incluso la gente le tenía una cuenta bancaria con la que, ya al final, le comprábamos comida para perro senior. Estuvo ocho años conmigo, nunca se fue, aunque lloviera o hiciera mucho frío, ésta era su esquina, su casa, e imponía respeto. Este estallido social lo pilló muy viejo, demasiado, por eso cuando unos muchachos le sacaron su casa para quemarla como barricada, unos animalistas se lo llevaron al The Oz. Pero allá no se sentía bien así que me lo tuve que llevar a la casa hasta que la semana pasada se murió. Al menos vivió feliz”