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Cerca de un 86% de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo vienen de la quema de combustibles fósiles para la producción de energía y materiales, principalmente de países ricos y desarrollados, para los cuales un cambio de matriz productiva puede costarles varios puntos de su PIB, algo difícil de digerir en tiempos de reactivación económica post pandemia.
En la misma idea, las naciones pobres son las que ya están padeciendo catástrofes a causa del clima. Y no es que el calentamiento global distinga de economía, pero para un país desarrollado es mucho más gestionable una crisis de esta naturaleza que para uno en vías de desarrollo. Y muchos tienen un dilema vital difícil de entender: si abandonan las energías que tienen a la mano, ¿con qué alimentan a su población?
El recordado astrónomo Carl Sagan decía que la Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar.
Por eso todas las acciones que podamos realizar en favor de ella no son sino el reconocimiento de nuestra responsabilidad para preservar el planeta. A nivel regional, la principal contribución debería ir de la mano de una agricultura y ganadería más sustentables que incluyan una reducción de las emisiones directas que provienen del dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4), y también las indirectas, como la energía gastada en la fabricación de fertilizantes, en la producción y utilización de maquinaria agrícola y en el transporte de insumos y cosechas.
De igual importancia, considerando que la mitad de la población vive en una conurbación (Chillán-Chillán Viejo), resulta indispensable ayudar a que la capital regional sea más sostenible. Hay dos elementos que resultan clave: la energía y el transporte.
En materia energética, para nadie es un misterio que poseemos una estructura obsoleta y contaminante. Julio recién pasado fue uno de los peores meses en cuanto a calidad del aire y contaminación dentro del plan de Gestión de Episodios Críticos (GEC), enmarcado en el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA). Según los boletines diarios de la Seremi de Medio Ambiente de Ñuble, publicados a través de sus canales oficiales, julio registró 19 episodios críticos, lo que se traduce que en 61,29% del total de días del mes hubo algún episodio con mala calidad del aire. Y si se compara con años anteriores, esta cifra escaló en 35,71% respecto a julio del 2023 y a un 137,5% más que el mismo mes del 2022.
El transporte, por su parte, con un explosivo crecimiento del parque automotor local que ya se empina a 60 mil vehículos, es una fuente emisora de contaminantes que también debe empezar a preocuparnos, pues ya representa un 10% de la polución en la intercomuna. Sin duda, es imprescindible reducir estas emisiones, preferir vehículos más eficientes y, fundamentalmente, aumentar las opciones y la calidad del transporte público. Junto a ello, resulta necesario un uso más razonable del automóvil, otro tema en que los chillanejos estamos significativamente atrasados.