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Ñuble es una de las tres regiones de Chile que destina proporcionalmente el mayor porcentaje de uso de agua para riego de todo el país, por lo que resulta altamente relevante analizar la eficiencia con la que se está manejando este recurso natural, ya que la relación entre su correcto uso y el rendimiento de los cultivos y la producción de alimentos está ampliamente comprobada.
En ese sentido, la tecnificación, el aprovechamiento del agua, su reutilización en otras actividades, la educación y capacitación de los agricultores respecto de las nuevas modalidades de riego, permiten una mayor eficiencia y, por ende, un mayor cuidado. En eso se ha avanzado. El rol del sector privado, de pymes y consultoras, lo mismo que de las universidades y agencias estatales, ha sido muy relevante.
Pero donde no ha ocurrido lo mismo es con las obras de acumulación, pese a que al 2040 se proyecta una disminución de 40% en las precipitaciones en la zona centro-sur y un alza de las temperaturas de entre 2 y 5 grados hacia fines de este siglo, lo que provocará que el almacenaje de nieve, que es el verdadero embalse natural del país, vaya disminuyendo paulatinamente.
En Ñuble, de todos los proyectos de acumulación de agua para riego, el más avanzado es La Punilla, pese a que el proceso de licitación, iniciado en noviembre de 2021, ha sido postergado 5 veces. Sin embargo, el año pasado el Gobierno lo reactivó y fijó para el 19 de abril de 2024 la apertura de ofertas técnicas y para el 17 de mayo las ofertas económicas.
El embalse Zapallar (río Diguillín), en tanto, también ha tenido un nuevo impulso en la actual administración, luego que resolviera priorizarlo y financiarlo directamente con recursos fiscales, y no mediante el sistema de concesiones, como se definió en el gobierno de Piñera. Además, a principios de esta semana dio un importante paso, al aprobar su Estudio de Impacto Ambiental, tras más de tres años de tramitación.
Por último, el embalse Chillán que almacenará 210 millones de metros cúbicos (un tercio de la capacidad de La Punilla) y regará 20 mil hectáreas, beneficiando a dos mil agricultores de Pinto, Coihueco, Chillán y Chillán Viejo, concluyó su estudio de factibilidad y este año debería ingresar a tramitación ambiental.
Igualmente, en nuestra región hay otras iniciativas que también podrían ser priorizadas en un futuro cercano. Allí se inscriben embalses más pequeños que podrían tener un fuerte impulso de aprobarse una iniciativa de los diputados Cristóbal Martínez y Marta Bravo, que busca facilitar su construcción, a partir de una modificación al Código de Aguas que los exima de permisos sectoriales.
Como puede verse, el nublado panorama en materia de obras de riego para Ñuble comienza a despejarse, sin embargo, esas importantes inversiones pueden terminar no siendo lo realmente rentable desde el punto de vista social y económico, si no van acompañadas de un manejo eficiente del recurso hídrico, principio que debería orientar a quienes planifican, ejecutan y fiscalizan las obras, como también a aquellos que las utilizan.
Promover la toma de conciencia a nivel de los usuarios directos es un esfuerzo educativo y comunicacional de largo plazo, pero muy necesario para, efectivamente, ofrecer algo mejor a las próximas generaciones y capitalizar el potencial agroalimentario de la Región.