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Agónico golazo de “Manu” Rivera dejó a Ñublense como sublíder del torneo

Comunicaciones Ñublense

Minuto 94.

Los cerca de 5 mil hinchas de Ñublense alientan dejan la garganta en las tribunas, asumiendo que es la última jugada del partido.

Es que con los diablos rojos, que saben de hazañas y sacar conejos de un sombrero, nunca se sabe.

Everton defiende con dos líneas de cuatro porque llevarse un punto desde la “Caldera del Diablo” es un gran botín.

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El equipo de Jaime García no quiere prolongar su racha a cuatro partidos sin ganar, por lo que va en de la hazaña ante un rival que saborea el empate.

Sin embargo, los ruleteros, que habían cerrado todos los caminos al gol del elenco chillanejo, no contaban con la astucia de un volante que juega como si lo hiciera en la población con la zurda de trapo.

Manuel Rivera se vistió de héroe para, tras recibir un pase de Mathías Pinto, despacharse un zurdazo cruzado rasante, cerca de la medialuna, que venció la resistencia de Fernando de Paul y desató un delirio agónico en la hinchada local.

Llegaba el 2-1 final y la locura se desataba también en la banca de Ñublense, donde Jaime García, sus ayudantes y suplentes, saltaban a la cancha para festejar junto al “salvador” que parece nunca cansarse.

Premio para un equipo que dominó casi todo el primer tiempo, apostando a la alta presión, la alta intensidad y la rápida circulación, aunque sin contundencia, pero que tuvo la capacidad de anotar de entrada en el complemento por intermedio de Nicolás Guerra, uno que se reencontró con los goles.

Justicia para un equipo que a pesar de entrar en un túnel de dudas cuando Everton igualó casi a diez minutos del final, con gol de Di Yorio, tras previa jugada de Cuevas, quien habría cometido falta a Del Pino Mago, siempre creyó que podía afinar la finalización en los últimos minutos, en un partido que tuvo a ratos un ritmo infernal.

“Le pegué a ojos cerrados”

“Fue un partido muy difícil, el esfuerzo del equipo fue grande, Me quedó la pelota y no supe que hacer, controlé, quise abrirla, pero no vi a Cerezo y le pegué con los ojos cerrados y gracias a Dios salió. La intensidad del equipo es buena. Nunca bajamos los brazos, tratamos de cansar a los equipos, porque sabemos que a la mayoría no les la intensidad. Contento porque el equipo siempre da el cien por siempre”, reflexionó Rivera, que saltó a Barnechea a Ñublense. “Eso es gracias a la confianza que me da el cuerpo técnico y mis compañeros. Le dedico a mi hijo, a mis padres y mi familia este triunfo”, sentenció el héroe de la jornada que emocionó a los chillanejos.

Ñublense sumó 19 puntos, quedó como sublíder y el domingo va por otra hazaña de visita ante O’Higgins.

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