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Que se equivocó, que fue ingenua, que cómo no lo investigó antes, que las cuentas bancarias son personales y no se le prestan ni a la familia, son frases que la estilista Javiera García ha escuchado una y otra vez y ya de nada le sirve que se lo sigan diciendo.
Dice que fue engañada por el pololo de una de sus mejores amigas, quien resultó ser un estafador con amplio prontuario policial, detenido en diferentes ciudades, pero que estando libre sigue engañando personas a través de Internet e incluso, en su domicilio, en la villa Doña Francisca, se instaló con un “negocio”: un “callcenter del cuento del tío” en el que solo trabajan exreos.
Javiera, de 20 años y quien fue formalizada a causa de este engaño por el delito de estafa, dice que todo partió en marzo de 2018.
“Una de mis mejores y más cercanas compañeras se puso a pololear con este tipo, Daniel. Después que me lo presentó, compartimos hartas veces y se ganó mi confianza. Sabía que vendían ropa de manera ambulante, en el centro y un día me dijeron que querían hacerlo por Yapo, que era mucho mejor, pero que necesitaban que les pasara mi cuenta Rut”, dice, la joven.
Tras una primera negativa, le explicaron que Daniel no podía hacer negocios con su cuenta, debido a que tenía una deuda alta, y cada vez que le depositaban, el banco se la descontaban.
“Al final accedí porque jamás pensé que quien por años fuera mi mejor amiga me iba a meter en esto”, relata y explica que incluso, le pasó la tarjeta y la clave al estafador, de quien nada sabía solo que era el pololo de su compañera.
La desazón llegó el 10 de septiembre del año pasado, cuando fue notificada por el Juzgado de Garantía de Chillán para presentarse a una audiencia, en la que tras ser formalizada por estafas reiteradas, se enteró que Daniel había engañado a numerosas personas por Internet, ofreciendo muebles a contradepósito.
“En total eran como 10 millones de pesos. Como los depositaron en mi cuenta, y yo no tenía prueba alguna que lo inculpara, porque además, usaba nombres falsos, yo salí perjudicada y a él no le va a pasar nada. Lo único que busco al hacerlo público es que mi nombre no se manche”.
Debe $5 millones
Sobre Daniel averiguó, en una de sus tantas visitas a la PDI, que había sido detenido por última vez en Chillán, que su nombre ha sido objeto de innumerables funas por la web y “que estaba viviendo en la Doña Francisca. Lo fui a ver y ahí me llevé la otra sorpresa”, dice.
Buscando explicaciones, Javiera dio con su domicilio y Daniel, sin tapujos le dijo que la había “escogido” a ella porque tras investigarla y notar que no tenía antecedentes penales “sabía que no te iba a pasar nada”, le reconoció.
Luego la hizo pasar y una vez dentro vio a tres jóvenes realizando llamados por celular, intentando hacer alguno de los “cuentos del tío”.
“Me dijo que él se dedicaba a eso, que tenía un callcenter de estafas menores y que eso era para darle oportunidades a reos que, después de salir de la cárcel no tenían posibilidades de encontrar trabajo. Quedé helada. Cuando le pedí que respondiera por la deuda, se enojó y me echó”, revela.
Javiera evitó mayores sanciones penales tras llegar a un acuerdo reparatorio en el tribunal. “Tengo que pagar mes a mes hasta completar $5 millones. Lo malo es que quería postular a Gendarmería y no sé si podré hacerlo, ahora con este antecedente en mi hoja de vida. Sé que no hay nada que hacer, solo espero que esto se sepa y le sirva a alguien más de ejemplo”, concluyó.