Las exportaciones agroalimentarias y forestales han experimentado un aumento de manera muy dinámica en las últimas décadas, consolidándose como el segundo sector exportador después de la minería. Sin embargo, según manifestaron ex ministros de Agricultura y dirigentes gremiales del agro, consultados por el Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), mantener ese dinamismo será difícil, dado el actual escenario del país marcado por una profunda crisis económica e hídrica.
De no abordarse con urgencia ciertos desafíos en el área de infraestructura clave para su desarrollo, sostienen que la meta de transformar al país en una “potencia agroalimentaria” podría quedar solo en promesa.
“Varias regiones están gravemente afectadas por falta de agua y está en peligro la sustentabilidad de cultivos claves en el potencial exportador y generador de trabajo en esas zonas”, destaca el ex ministro de Agricultura, José Antonio Galilea.
Para paliar los efectos de la escasez hídrica, empresarios del sector critican la falta de una política de Estado que diseñe e implemente medidas efectivas.
“Se echa de menos una política más agresiva en términos de generar, acumular y gestionar más y mejor el recurso hídrico. Hoy se ha perdido el tiempo en regular y restringir los derechos de agua en lugares donde ya no existe. Lo que se debe hacer es trabajar para crear obras que nos permitan disponer de más y mejor agua”, afirma el gerente general de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (SAGO), José Antonio Alcázar.
Para el ex ministro de Agricultura, Carlos Furche, la infraestructura, e invertir en una mejor gestión, son fundamentales para asegurar la disponibilidad de agua y que el sector agroalimentario no pierda dinamismo.
“Hay que avanzar en la construcción de obras de riego de mayor tamaño -detalla- pero también, en las de tamaño medio e incluso menores. Todas contribuyen a disponer de agua en los periodos en que se hace escasa”.
“El plan de embalses no puede continuar siendo una mera lista de prioridades. Es indispensable calendarizar los proyectos contenidos en el plan y resolver la forma en que serán financiados. Al mismo tiempo, se debe generar un acuerdo político en torno a ellos para evitar que con cada cambio de gobierno, se interrumpa su ejecución o cambien las prioridades”, sostiene Galilea.
En su opinión, una carretera hídrica debe convertirse en un proyecto nacional en que el Estado se involucre para garantizar que los problemas o debilidades que pueda tener, sean superados y así determinar las etapas y plazos para su materialización.
Conectividad
Otra de las limitantes que amenazan con frenar el desarrollo sectorial es la infraestructura vial y portuaria.
“Una buena red vial para el acceso a los predios agrícolas favorece el desplazamiento de la red de insumos, la salida de la producción de alimentos y, en paralelo, implica un mejoramiento en la calidad de vida de las personas que habitan en torno a las empresas agropecuarias”, asevera el director ejecutivo de la Asociación de Productores de Leche de la Región de Los Ríos (Aproval), José Luis Delgado.
Coincide el gerente general de SAGO, comentando que hay escasez de caminos adecuados -al menos con asfalto básico- y puentes que permitan, por ejemplo, el paso de camiones de 45 toneladas o de trilladoras de más de 3 metros de ancho. “Hoy vemos -detalla- que hay muchos puentes provisorios con una capacidad máxima de 3 toneladas, es decir, no puede pasar un camión ¾ cargado”.
Agrega que dada la refocalización del presupuesto para responder a las demandas sociales, se ha pospuesto la adjudicación de algunos contratos de mantención de caminos, lo que impacta mayormente a aquellos que aún son de ripio.
Por su vocación exportadora, para el sector agroindustrial un sistema portuario potente es vital para la comercialización de sus productos. En esa línea, se reconoce que, dado el actual escenario de restricción en las arcas fiscales y la desfavorable situación económica, es complejo pensar en grandes proyectos que demanden inversiones muy altas. Sin embargo, sí hay espacio para avanzar en una mayor eficiencia del sistema portuario y en la cadena logística que lo alimenta.
“En esto es fundamental también reforzar la red ferroviaria, la que hoy sólo transporta una parte muy menor de las cargas del sur del país. Así sería posible aumentar la eficiencia de nuestra cadena logística y evitar el crecimiento desmedido del transporte carretero”, sostiene del director ejecutivo del CPI, Carlos Cruz.
Para fortalecer la competitividad sectorial, otro punto de máxima urgencia es reducir la brecha de conectividad digital.
“Las deficiencias en infraestructura de telecomunicaciones nos ponen en desventaja respecto de otros sectores de la economía nacional y de la competencia internacional en el mismo rubro. Vemos que el país intenta avanzar en digitalización de procesos y trámites, pero los esfuerzos de conectividad en zona rurales es bastante deficiente y esa desventaja se sufre a nivel de empresas agropecuarias y también de las comunidades que existen en el entorno”, asevera Delgado.