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Adolfo Márquez revive su travesía por Chiloé en libro que reúne 50 crónicas publicadas en La Discusión

Treinta años después de recorrer Chiloé en bicicleta, el historiador y docente Adolfo Márquez Esparza vuelve a compartir esa experiencia en el libro “Imágenes de Chiloé”, una reedición cuidadosamente preparada de las 50 crónicas de viaje que publicó en La Discusión durante 1994. El lanzamiento se realizará este jueves 16 de octubre, a las 16.00 horas, en el Auditorio Miguel Jiménez C. de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad del Bío-Bío, en Chillán.

La presentación estará a cargo del académico Marco Aurelio Reyes Coca, del Departamento de Ciencias Sociales de la misma facultad, quien destacó el valor patrimonial y la sensibilidad narrativa de este trabajo, que rescata una parte viva de la prensa cultural local.

Un viaje que comenzó como una aventura y terminó siendo historia. Todo partió, recuerda Márquez, como “una locura hermosa”. En 1992 viajó a Ancud junto a la Cuarta Compañía de Bomberos de Chillán, y aunque el paseo fue breve, se prometió regresar. Dos años más tarde cumplió su palabra y emprendió un viaje en bicicleta por la isla, recorriendo Ancud, Quemchi, Dalcahue, Curaco de Vélez, Chonchi y Castro, entre otros lugares.

Al regresar a Chillán, decidió escribir pequeñas crónicas para agradecer a quienes lo habían apoyado y compartir con los lectores las experiencias de su travesía. Así nacieron las 50 crónicas de “Imágenes de Chiloé”, publicadas entre mayo y agosto de 1994 en La Discusión. Las fotografías (todas tomadas por él mismo) acompañaban los relatos, mostrando la vida cotidiana, los paisajes y la hospitalidad chilota de esos años.

“Hubo mucho seguimiento porque Tolín Héctor Hermosilla, el diagramador del diario en los noventa, se encargó de mantenerlas siempre en el mismo formato y página. La gente las esperaba, las buscaba cada semana”, recuerda Márquez.

Tiempo después, el autor recopiló las crónicas y las convirtió en un libro artesanal, fotocopiado y encuadernado a mano, con el fin de preservar su trabajo. “Hacía 10 ejemplares, los vendía ,y luego hacía otros 10. Era una manera de mantener viva la historia”, comenta.

Hoy, tres décadas más tarde, y tras superar una delicada operación al corazón, decidió transformar ese proyecto casero en una publicación formal, profesionalmente editada y con un nuevo valor: el de la memoria.

“Muchas de las edificaciones que aparecen en las fotos ya no existen. Algunas se quemaron, otras fueron reemplazadas. Los caminos están pavimentados, las micros viejas ya no están. Este libro muestra un Chiloé que cambió, y creo que eso le da un valor patrimonial enorme”, explica el autor.

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