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Una preocupante proyección para la salud pública del país a futuro muestran los resultados del estudio realizado por South American Physical Activity and Sedentary Behavior Network (SAPASEN), entidad conformada por investigadores de importantes universidades, que se enfoca en analizar patrones de actividad física y comportamiento sedentario en Sudamérica.
Publicado en el Journal of Sport and Health Science -una de las más importantes revistas mundiales sobre investigaciones de salud y del deporte- situó a los adolescentes chilenos entre los más inactivos a nivel global y con mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas y metabólicas en la adultez.
Al indagar en las causas se identifican factores genéticos, pero principalmente mala alimentación y un alto sedentarismo. Respecto del primero se ha ahondado bastante, no así sobre el segundo, pese a que hay vasta información.
Un reciente estudio de patrones de actividad en los adolescentes de muy variados ambientes socioeconómicos revela que su actividad física es reducida. Los resultados coinciden con los del Simce de Educación Física: cuatro de cada diez alumnos presenta obesidad o sobrepeso.
Tales cifras obtenidas no difieren de los resultados de la última encuesta Adimark sobre actividad física, donde un 61% de la población admitió no realizar ningún tipo de ejercicio, ni tampoco cuando se observan los resultados de estudios en hogares de sectores más acomodados, como vulnerables, donde los niños igualmente suelen pasar largas horas en sus casas frente a pantallas de televisión, computadores y teléfonos móviles.
En tiempos lejanos, en que las calles eran más seguras, en todos los sentidos posibles, tanto niños como niñas desarrollaban actividades que hoy casi no se ven, salvo en sectores rurales donde ni los riesgos viales ni la inseguridad son problemas significativos.
Es muy razonable que los padres prefieran tener a sus hijos detrás de las paredes de su casa que exponerlos a peligros que crecen continuamente.
La obesidad no es precisamente un mal menor y está asociada a diversas patologías que obligan a la intervención de los médicos, a veces en edades tan tempranas que podrían creerse imposibles.
Los pediatras saben muy bien cuántas veces deben recomendar dietas a pequeños de muy pocos años, sobre todo para bajar su incipiente colesterol, lo que en otras épocas hubiera resultado impensable.
No siempre resulta fácil encontrar los lugares apropiados para atender estos problemas, pues los colegios no suelen estar preparados para enfrentarlos y los centros públicos destinados a la recreación y al deporte tampoco abundan.
Todo indica la necesidad de promover campañas de concientización entre todos, adultos y niños, como también de multiplicar las ofertas de lugares destinados a ayudar los en algo aparentemente sencillo, pero que lamentable mente no lo es, como realizar una vida activa y sana.