Como muchas otras enfermedades importadas, el Covid-19 llegó para quedarse un buen tiempo. Aún no hay vacuna que lo evite, ni un medicamento que lo contrarreste, y como el mundo no se puede paralizar hasta que se descubra lo uno o lo otro, es necesario adaptar la vida a su amenaza permanente.
El problema es que éste sigue siendo uno de nuestros grandes problemas. La incapacidad para seguir indicaciones y cumplir protocolos sanitarios mínimos para evitar el contagio.
Resulta preocupante que en el inicio del que por muchos es considerado el periodo más crítico, los comportamientos cotidianos de los chillanejos olviden que estamos ante un virus que no distingue capas sociales ni condiciones económicas. Cualquiera puede contagiar a cualquiera por la vía menos esperada.
El fin de semana largo recién pasado cientos de vehículos fueron devueltos desde distintos controles implementados en las rutas de la región, y lo mismo ocurre al hacer el balance del toque de queda. Son más de 7 mil infractores.
Es absolutamente comprensible que con el pasar de las semanas se genere ansiedad por recuperar la normalidad en nuestras vidas. Hay quienes seguramente gozan de comodidades que les permiten seguir en aislamiento y otros no. Pero aquí la reflexión es pensar primero en la integridad física por obvias razones. Es la mejor contribución en los actuales momentos.
En sociedades más desarrolladas que la nuestra, donde han logrado controlar de mejor forma la pandemia, el elemento que marca la diferencia es el autocuidado. Cuando se preguntan por qué Alemania, Suecia o Finlandia controlaron tan rápido y eficientemente la pandemia, la respuesta no es la cantidad de dinero que pusieron los gobiernos, sino que la gente se cuida de no contagiarse ni de contagiar a nadie. Pues es esa la gran enseñanza que hoy debemos difundir para enfrentar el coronavirus.
Si cada persona que sale de su casa lo hace solo cuando es estrictamente necesario, utiliza mascarilla, mantiene el distanciamiento social y aplica las medidas de higiene, y si, además, cada empresa y negocio que abra sus puertas extrema las medidas de protección y desinfección, podremos entrar en esa “nueva normalidad” donde el autocuidado es la única vacuna que tenemos a mano.
En Europa no solo ya aprendieron a lidiar con el problema del virus, sino que ahora la normalidad es una realidad fruto de sus protocolos asimilados por la gente, mientras que en Chile hay una percepción de peligrosa “temporalidad”, es decir creer que el coronavirus es una moda pasajera originada en Asia, puesta de moda en Europa y debilitada o casi muerta en América Latina.
Nada más errado. Como muchas otras enfermedades importadas, el Covid-19 llegó para quedarse un buen tiempo, el necesario para poner en jaque la economía y desnudar nuestras inequidades sociales y sanitarias.