Señor Director:
Tengo 72 años y padezco una enfermedad degenerativa en la espalda, me han operado dos veces y por lo tanto, no puedo permanecer de pie, pero sí caminar. El asunto es que me dirigí a Entel a cambiar mi teléfono y había una larga fila y para mi gran asombro, la señorita que me recibió no me dejó pasar. Le expliqué mis razones y me empezó a tratar de forma muy prepotente. Según ella, Entel no da preferencia a gente de la tercera edad, solo a embarazadas y lisiados. Llegó a tanto su actitud que como yo buscaba el certificado del médico, me conminó a salir del lugar y me amenazó sacarme con los guardias. Salí de ahí muy angustiada.
Me extraña que Entel “no esté ni ahí con la gente mayor”.
Quiero ser independiente lo más que pueda en lo que me resta de vida, pero Chile ha cambiado para mal.
Carmen García Dougnac