Acuerdo para mejorar la educación
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En su más reciente investigación, la OCDE nos señala, nuevamente, que la eficacia educativa en nuestro país es muy deficiente e insuficiente. Según el Informe de “Evaluación de Competencias de Adultos”, Chile es el país con peor logro en todos los aspectos revisados. Además, no deja de impresionar que un 44 % de los adultos chilenos tienen competencias insuficientes en las tres áreas evaluadas: comprensión de textos, matemáticas y en resolución dinámica de problemas. Tanto el análisis referido específicamente a Chile como el estudio completo se puede bajar desde el sitio oecd.org.
En relación a la alfabetización, el estudio señala que un 53 % de los adultos chilenos obtuvieron una puntuación en el nivel 1 o inferior, lo que significa que tienen una baja competencia en la alfabetización. En la evaluación total el promedio de los países evaluados solo 26% se encuentra en este nivel, que indica que las personas solo alcanzan a entender textos cortos y listas organizadas cuando la información está claramente indicada, encontrar información específica e identificar enlaces relevantes. Aquellos por debajo del nivel 1 pueden entender como máximo oraciones cortas y sencillas. Por otra parte, en el otro extremo del espectro, el 2% de los adultos chilenos evaluados (el promedio de la OCDE fue de 12%) obtuvo una puntuación en los niveles 4 o 5 en alfabetización y tienen un alto rendimiento. Estos adultos pueden comprender y evaluar textos largos y densos en varias páginas, captar significados complejos u ocultos, y usar conocimientos previos para entender textos y completar tareas.
La situación es compleja, muy compleja. Si la seguridad es vista como la mayor preocupación de los ciudadanos, captando el interés de los agentes políticos ¿acaso la educación no debería ocupar este mismo nivel de atención? Porque seamos sinceros, con un 53% de analfabetos funcionales es poco lo que como país podemos mejorar. La información que hoy proporciona la OCDE revela que la deficiencia e insuficiencia educativa en Chile se ha incrementado y ya se ha llegado a una posición crítica. ¿No debería ser esta la ocasión para lograr un acuerdo nacional por mejorar la educación? ¿Qué proponen las autoridades, los dirigentes políticos, las universidades y los centros de investigación? ¿Qué lecciones se pueden aprender de los mejores colegios, es decir, de aquellos que sí logran eficacia educativa? ¿Acaso no hay experiencias locales exitosas de las que se puede proyectar un plan a gran escala?
En mi opinión, Chile no puede seguir perdiendo más tiempo en cuanto a asumir que debe adoptar medidas eficaces para mejorar la calidad educativa. En este contexto, tomarse en serio la educación supone realizar acciones profundas, de largo alcance y respecto de las cuales se alcanza un acuerdo nacional. Por cierto, vale la pena subrayar, tal como señala el último informe de McKinsey, que probablemente sobre qué hacer se puedan alcanzar consensos, sin embargo lo que diferencia a los países y economías que logran mejorar sus sistemas educativos no está en definir qué hacer, sino en acordar cómo hacerlo.