Señor Director:
A veces uno se encuentra con personas que son como ríos, como montañas, como árboles junto a las cuales se puede saciar la sed, escalar a la cúspide o descansar a su sombra, o tal vez sean como una ventana abierta hacia un jardín de donde nos llega la brisa fresca una sonrisa. A veces uno se encuentra con personas que siempre te saludan con amabilidad, que no ponen la amargura, ni el resentimiento, ni la envidia sobre la mesa compartida; seres inconfundibles cuya figura o su forma de caminar o de conversar se nos queda grabada en la memoria y todo nos parece que fue ayer más allá del tiempo transcurrido.
A veces uno se encuentra con personas que sin ser vociferantes ni grandilocuentes son íconos y testimonio de optimismo, de compromiso, de convicción, de sencillez y de vocación a toda prueba. A veces uno tiene la suerte de encontrarse con personas decentes como el recordado profesor Hugo Contreras Sandoval y verlo enseñar en los peripatos aristotélicos del Liceo de Hombres de Chillán, haciendo propia la oración de Juvenal, allá por la Grecia Antigua: “debemos orar por una mente sana en un cuerpo sano”.
En fin estimada lectora o lector, a veces uno se encuentra con que alguien le trae la infausta noticia que una de esas singulares personas ha muerto y la oración es piadosa y sincera, pero ventajosa, ya que nuestras peticiones tienen el resultado asegurado, porque como en tu caso, recordado “Chino”, más allá de tus partidas de básquetbol, ganadas o perdidas, tienes el marcador divino a tu favor; por eso sé que descansas en paz.
Miguel Gaete de la Fuente