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A tres años del estallido social: ¿Se ganó? ¿Se perdió? ¿Cambió Chile?

El próximo martes 18 de octubre se cumplirán tres años desde el comienzo del denominado estallido social, una serie de manifestaciones que se dio a lo largo de todo el país durante varias semanas, y que buscaba reivindicar derechos perdidos u olvidados, como la salud, la educación, pensiones justas y poner fin a los abusos.

Un momento de la historia de Chile en que la institucionalidad fue puesta a prueba, pues a las innumerables y masivas protestas pacíficas, se sumaron también actos vandálicos y saqueos, y un actuar cuestionable de la fuerza pública, que en algunos casos, reprimió de manera violenta, causando centenares de traumas oculares.

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El entonces gobierno de Sebastián Piñera pendió de un hilo, por lo que las fuerzas políticas alcanzaron un Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución. Se consultaría a la población si quería una nueva Constitución, y se elegiría una Convención, la cual en un plazo de un año redactaría un nuevo texto, el cual sería plebiscitado.

Esto último ocurrió el pasado 4 de septiembre, y la ciudadanía rechazó la propuesta, la cual planteaba un profundo cambio, que al parecer, no todos estaban dispuestos a respaldar.

Tres años han pasado desde aquellas marchas en el frontis de la entonces Intendencia de Ñuble, y al parecer, estamos en el mismo punto. Las fuerzas políticas debaten un nuevo proceso constituyente, y los efectos de una pandemia mundial aún se pueden sentir en la economía y la sociedad. En medio, Chile llevó La Moneda a Gabriel Boric, el Presidente más joven de la historia de Chile, a quien no le ha sido fácil gobernar.

¿Qué ganamos? ¿Qué perdimos? ¿Avanzamos? ¿Sirvió? ¿Cambió Chile?

Le hicimos estas preguntas a representantes de distintos sectores a nivel local, y éstas fueron sus respuestas.

“Mi sentimiento no es del todo amargo”

María Elena Hellman, actual presidenta de la Agrupación Nacional de Funcionarios Fiscales (ANEF), vivió aquellas jornadas de manifestaciones desde el gremialismo, pero también, dijo, “como sujeto político, activista por los derechos sociales desde hace muchos años, y mujer de izquierda”.

“Más que un estallido, para mí fue una auténtica revuelta popular, que en un principio no se podía saber hacia dónde iría. Se veía como la expresión de un grupo de jóvenes estudiantes, y luego, del resto de la sociedad, de un descontento generalizado, de una situación que estaba viviendo el país en la que no se veía un horizonte claro, que no avanzábamos en derechos”, recordó.

Respecto del acuerdo político firmado el 15 de noviembre de 2019, María Elena Hellman sostuvo que “nuevamente fueron las fuerzas políticas tradicionales quienes tomaron las riendas. No digo que estuvo mal, pero yo esperaba que fuera la ciudadanía la que lo hiciera. La reforma constitucional fijó la ruta del proceso, que a cada paso que avanzaba, se alejaba más de la idea primigenia de que la propia ciudadanía se expresara. Eso culminó en la Convención, se eligieron listas de independientes y lograron vencer la trampa de los 2/3. Si bien este proceso fracasó de forma aplastante, los pueblos de Chile ganaron empoderamiento como sujeto social. No creo que como sujeto político aún, falta todavía madurez, pero sí los grupos marginalizados por la sociedad pudieron darse a conocer y ser reconocidos y considerados por el resto de la ciudadanía, una de las más evidentes ganancias del 18-O, un empoderamiento en lo social de los grupos excluidos”, afirmó.

“¿Cambió Chile? Sí, claro que en el sentido social que acabo de exponer, y de ahora en adelante no volverá a ser lo mismo. Hay un interés en lo colectivo y en lo político que no se estaba dando, y tengo confianza en que logremos madurez en esto, y pasaremos del sujeto social al sujeto político. Como izquierda reconozco que no le tomamos el pulso al proceso ciudadano, pero mi sentimiento no es tan amargo, al contrario, es esperanzador. Como dirigentes sindicales y sociales debemos seguir en un proceso de autoeducación y educación sobre el desarrollo del ser humano como ser gregario”, enfatizó.

“Ha crecido la incertidumbre desde el triunfo del rechazo”

Como feminista, y en especial, desde la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), Josefa Balmaceda participó en el proceso del estallido social.

“Participé en la defensa ante violaciones a los derechos humanos ocurridos, y además, en el impulso de un proceso constitucional. Al día de hoy se ve complejo el panorama en relación a que las mayores causas y solicitudes en materia de derechos sociales no se han podido solucionar. La incertidumbre ha crecido desde el triunfo del rechazo, puesto que se ha tensionado y visualizado la falta de voluntad política de ciertos sectores por avanzar en las materias, o en un nuevo proceso constitucional que lo permita, todo esto sumado a una crisis económica y social que las hacen necesarias”, manifestó.

Añadió que “abiertamente algunos personeros políticos han utilizado el tema constitucional como moneda de cambio, lo que acrecienta la protección de intereses que no responden al interés común de la sociedad, ni a una mayor equidad y solución de temáticas que apremian a las personas más vulnerables de nuestro país”.

Como feminista, planteó, “como parte de movimientos sociales y políticos, y al igual que mis compañeras, seguiremos trabajando en todos los espacios por la consecución de mayores derechos, paridad y la eliminación de toda forma de violencia hacia las mujeres, adultos mayores y la niñez”.

“Falta un mea culpa del mundo parlamentario”

Martín Arrau, quien fuera intendente de Ñuble durante el estallido, y luego convencional; cree que “todo hecho deja lecciones, fundamentalmente para quienes quisieron apropiarse de algunas demandas específicas y las canalizaron en un proceso constituyente con ideas refundacionales que se alejó de la realidad y que fueron rechazadas de manera histórica. También deja la lección del peligro que reviste validar la violencia, la total falta de respeto por la institucionalidad, la autoridad y nuestras policías; hoy estamos pagando el precio, pero creo que aprendimos como país que el orden y la seguridad son condiciones básicas de la libertad y la democracia”.

Respecto de las demandas y desafíos de Chile, precisó: “me preocupa la aún ausente propuesta y mea culpa de gran parte del mundo parlamentario, que sigue evitando su trabajo Constitucional, y derivando en otros sus responsabilidades, con poca opinión propia o proyectos concretos en materias como seguridad, salud, pensiones, corrupción, recuperación económica y otros”.

Dejar atrás el octubrismo

Para Jorge Ávila, presidente regional de Evópoli,  “el 18 de octubre no me parece que sea algo que debamos celebrar, pero sí un espacio para reflexionar. Por cómo sucedió y todo lo que significa que se haya validado la violencia como una herramienta legítima para llegar a conseguir un objetivo”.

Pese a que cree que algunas demandas eran absolutamente legítimas y lo siguen siendo, agregó, “creo que ése fue un error por parte de aquellos que no fueron categóricos en condenar las acciones que atentaron contra la seguridad, contra los emprendedores, contra nuestro patrimonio, nuestras instituciones, contra la educación, y contra todos los que de una u otra manera han sufrido las consecuencias de una forma reiterativa de hacer las cosas, bastante infantil por decir lo menos, de los que ahora están gobernando”.

Según Ávila, “el discurso de ‘no son 30 pesos, son 30 años’ que negaba reconocimiento al esfuerzo de nuestros padres y abuelos por construir un país que nos diera mejores oportunidades, se convirtió en un eslogan que solo dividía. No me hacía sentido. Sumado a todos los que insistían en reflotar constantemente las mismas viejas discusiones que han mantenido polarizada a nuestra sociedad y que han provocado heridas tan profundas que aún no podemos sanar. Algo andaba mal”.

Respecto del proceso constituyente al que dio lugar el Acuerdo por la Paz “era, o parecía, un buen espacio y herramienta para sacar adelante todo lo que estaba pasando. Pero requería voluntad para que resultara. Malas noticias. El proceso constituyente fracasó. La Convención no estuvo a la altura de las expectativas de los chilenos que nos manifestamos por amplia mayoría en contra del texto propuesto a la ciudadanía. Fue un proceso poco serio, con una intención refundacional sin sentido, irrespetuoso y segregador. Igual el resultado. Se rechazó. El Presidente Boric se la jugó por el Apruebo y decidió ser su jefe de campaña. Perdió y ahora solo el 30% de los chilenos aprueba o apoya su gestión, a siete meses de asumir no lo vemos con ideas claras y se le hace muy complicado gobernar”.

En lo inmediato, dijo, “me parece que hay un consenso en la idea de que debemos dar el espacio para cerrar el proceso constituyente. Hay que dar certezas sobre los mecanismos, recursos y tiempos, y debe ser un acuerdo transversal. Hay que tener claro que no es la prioridad de la gente. La gente está preocupada por la seguridad, por su futuro, por la educación de sus hijos, por la economía y ahí es donde debe estar el principal esfuerzo del gobierno. Las ideas octubristas, solo pulsiones a mi parecer, deben quedar atrás, y con voluntad ponernos todos detrás de la idea de construir un país que sea más justo y moderno, pero con responsabilidad, seriedad, sensatez y mirada de largo plazo. Las consecuencias de todo esto han sido devastadoras para la gente, y hay que ser conscientes de eso, trabajar para ayudar a que las familias puedan salir adelante, avanzar en legislación que sea determinante en la percepción de calidad de vida que tienen las personas y que sepamos darle valor al ejercicio de la política”.

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