Señor Director:
En los últimas semanas, he seguido con atención los diferentes debates que se han dado en torno al plebiscito que, espero, se concrete el 25 de octubre. Digo esto último, por los niveles de contagios por Covid-19 que no se cesan y el objetivo de cierto sector de la derecha (porque no son todos) por evitar esos comicios a toda costa.
Dicho esto, me llama la atención que existan esa defensa casi desesperada por perpetuar un modelo que sólo beneficia a unos pocos. ¿A qué le temen? ¿A terminar de una vez por todas con la última gran herencia de la dictadura militar (lo de Lagos, me perdonará, fue sólo un pincelada)? ¿A no poder recurrir al Tribunal Constitucional cada vez que se presente un moción que perjudica los bolsillos de sus amigos? ¿A convertirnos en Venezuela, Cuba, o al país “malo” del momento?
Escribo todo lo anterior, porque no creo que sea tiempo de caricaturas, de buenos y malos, de ángeles y demonios (como vi en un cartel del Rechazo). No. Creo que todos los que vivimos en este tierra queremos lo mejor para ella y para nuestros hijos, por ello pienso que de eso deberíamos estar hablando y debatiendo, de mejorar las condiciones y oportunidades en nuestro país. El resto, está bien para literatura de ficción.
Arturo Norambuena Galaz