A las 00.40 de este domingo falleció el sacerdote español radicado en Chillán, José Luis Ysern de Arce. Así lo informó el obispo de Chillán, Sergio Pérez de Arce, quien señaló que “agradecemos su vida y ministerio y lo encomendamos a la misericordia de Dios. La Virgen lo ha llevado a gozar la pascua de Cristo”.
Sus restos serán velados en la Catedral de Chillán. Este domingo se sucederán dos misas para las comunidades a las que sirvió. A las 17 horas está programada una misa con la Comunidad del Instituto Santa María y a las 20 horas para las comunidades de Universitarios y Profesionales Católicos. Sus funerales se desarrollarán este lunes a las 13 horas con aforo limitado.
Su vida
José Luis Ysern de Arce nació en Valencia, España, el 6 de octubre de 1934 y fue el último de los seis hijos del matrimonio de Vicente Ysern y María Josefa de Arce. A mediados de la década de los cincuenta ingresó a la Universidad de Salamanca para hacer sus estudios de Teología. En 1958, recibió la visita del obispo Eladio Vicuña, quien lo invitó a unirse a otro grupo de jóvenes españoles para establecerse en Chillán. Ese mismo año, viajó a Chile y se matriculó en la Pontificia Universidad Católica para terminar sus estudios de Teología como seminarista.
Se ordenó sacerdote en la Catedral de Chillán el 27 de mayo de 1961 y su primera destinación fue el Instituto Santa María, donde se desempeñó como docente de la asignatura de Formación para la Vida. Paralelamente, fue el encargado de la JEC (Juventud Estudiantil Católica) y asumió la dirección del Internado Magíster, en las dependencias del Obispado, una especie de hogar para estudiantes del Colegio Seminario que vivían fuera de la ciudad.
En 1968 viajó a España para estudiar en la Universidad Complutense, titulándose de Psicólogo. En 1972 se incorporó a la sede Ñuble de la Universidad de Chile, institución antecesora de la actual UBB. Se desempeñó como docente jornada completa en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación y Humanidades, alcanzando la jerarquía de profesor asociado. Años más tarde, estudió el Lovaina, Bélgica, un master en Psicología.
En época de la dictadura militar, el sacerdote se desempeñó como capellán de la Cárcel de Chillán y colaboró en la Vicaría de la Solidaridad, conducida por el padre Raúl Manríquez. Ahí conoció el dolor de las mujeres que perdieron a sus familiares en el Puente El Ala tras la aparición de algunos cuerpos en el lecho del río, a quienes acompañó durante los últimos años. A comienzos de la década de los años 70, el Estado de Chile le otorgó la nacionalidad chilena.
En el período 1985-1992 fue rector del Seminario Metropolitano de Concepción, entidad en que se forman no solo sacerdotes de Concepción y Chillán, sino también de otras Diócesis de la provincia eclesiástica. En 1993 viajó a Salamanca a estudiar un doctorado en Psicología orientado al trabajo con jóvenes desde la perspectiva liberadora.
El año 2006 fue nombrado director de la naciente Escuela de Psicología de la UBB, mientras que en el año 2013 fue investido como Profesor Emérito de la misma Universidad.
José Luis Ysern fue colaborador de varios medios de comunicación, como Diario La Discusión y Radio El Sembrador. En el plano pastoral, fue fundador de la Asociación de Universitarios Católicos (AUC), movimiento al que siguió asesorando hasta hace poco. También fue asesor del Movimiento de Profesionales Católicos. Por décadas desarrolló la tradicional misa de las 20 horas de los domingos en la Iglesia Catedral y los últimos años acompañó a los fieles de la Capilla Espíritu Santo de la Parroquia El Buen Pastor, en el sector de Los Volcanes, en Chillán.
Hermano sacerdote y psicólogo cercano a numerosas personas y grupos de nuestra Región, gran lector, inquieto por construir una Iglesia en diálogo con la sociedad y servidora de los más humildes, José Luis fue sobre todo un servidor de Jesús y de su evangelio, con gran conexión con ambientes juveniles y de frontera, donde sembró y ayudó a hacer crecer las semillas del Reino de Dios. Al Padre de la misericordia agradecemos el don de su vida, de su amistad y de su ministerio, encomendándolo a su infinita bondad.