La clave de los niños con puntaje regional Simce
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Analía Rubilar y Maickel Acuña, ambos de diez años, exploran el globo terráqueo que se encuentra sobre la mesa de su sala de clases. El sueño de Analía es viajar a París para conocer la Torre Eiffel. Su mirada se dirige siempre hacia el Hemisferio Norte, porque allí se encuentra la constelación de la Osa Mayor y ella quiere ser astrónoma.
A Maickel no solo le gustaría ir a Francia, sino particularmente a Estados Unidos. Nunca ha volado, pero sabe que será piloto de helicóptero y agrónomo. “Cuando uno quiere lograr algo solo hay que esforzarse, ningún sueño es imposible”, asegura. Y es que él ya cumplió uno, pero todavía tiene uno muy grande.
Ellos son los únicos alumnos de quinto básico de la escuela rural El Chamizal de El Carmen, ubicada a 25 kilómetros de la zona urbana. El año pasado rindieron el Simce, y obtuvieron el puntaje más alto de la región en Lectura, alcanzando 354 puntos, un promedio mayor que el de colegios particulares de la Región Metropolitana.
La Escuela El Chamizal está formada por siete alumnos que comparten la misma sala de clases y que cursan desde tercero a sexto básico. Su profesor y director, Alfredo Vargas, explica que “el trabajo se basa en la comprensión lectora y en la producción de textos, pero no preparamos el Simce, solo hicimos un ensayo para que conocieran el formato. La clave está en nuestro plan lector que realizamos todos los días durante 20 minutos. Las actividades son didácticas; proyectamos lecturas donde se lee por turnos y cada niño debe estar atento, leemos con micrófono y cantamos karaoke, porque también es una forma de leer”, explica.
El profesor precisa que “lo importante es conocer sus intereses. Nuestra biblioteca está dentro del aula y los libros que compramos, mediante fondos del ministerio, son de acuerdo a sus preferencias. Por ejemplo, a Maickel le gustan los dinosaurios, y a Analía el dibujo, así que encargo libros sobre esas temáticas. Los niños tienen que jugar y divertirse para que quieran venir a la escuela”, agrega.
La madre de Analía, Elba San Martín, detalla que “nos dedicamos a vender harina tostada, por lo que nos levantamos a las cinco de la mañana para limpiar el trigo. Nuestra vida es muy sacrificada, pero mi hija nos da inmensas alegrías”.
Elba relata que ella también estudió en la Escuela El Chamizal, en esa época debido a las distancias no pudo continuar la enseñanza media, por lo que se han esforzado en apoyar a su hija. “Cuando Analía tenía cinco años le compré un cuaderno de caligrafía. Mi ortografía no es muy buena, así que buscaba las palabras en un libro y se las escribía”.
Analía, a quien le gusta tocar la guitarra, nadar en el río que está cerca de su casa y declamar poesía, entrega la clave de su resultado: “El profesor enseña de forma divertida, lo que nos permite concentrarnos. Mi estrategia es esforzarme mucho en clases y con eso me queda todo grabado. Nunca he faltado a la escuela”.
“Les digo a los niños que sigan sus sueños, si alguien les dice que no pueden, no le hagan caso. Yo estoy segura que seré astrónoma y que conoceré París, pero sé que debo esforzarme”, enfatiza. Su interés por la astronomía nació el año pasado, cuando la escuela los llevó a una gira de estudio al observatorio Mamalluca. Estudia francés en la aplicación Duolingo, pues su meta es ir a París.
Samuel Acuña, padre de Maickel, destaca que “él siempre busca información adicional. No es el típico niño que llega a su casa a repasar sus cuadernos, pues tiene capacidad de retener lo de la clase”. Maickel suele divertirse leyendo libros sobre animales, viendo videos en Youtube sobre el Palacio de Versalles y escuchando ópera, pero su actividad favorita es ayudar a sus padres en el campo.
Su madre, Yenifer Bello, destaca que “sabemos que no tiene tiempo para explotar al máximo sus capacidades por la forma de vida que tenemos, él tiene muchas responsabilidades en la casa, pues nosotros trabajamos en el campo de sol a sol. Muchas veces amasa el pan porque llego muy cansada, también nos prepara la once y hace el fuego”.
Maickel relata que además de ser piloto, quiere estudiar Agronomía, porque “lo que más me gusta es la agricultura y la ganadería. Me encanta ir a las siembras y ayudar a mis padres. El campo es muy bonito porque uno puede cosechar sus propios alimentos”. Él ama la naturaleza: separa la basura y composta los residuos orgánicos para hacer hoja de tierra. Y es que a Maickel le preocupa “la caza furtiva de elefantes y el calentamiento global”.
“Me siento feliz, desde pequeño quería rendir el Simce. Necesitaba obtener un puntaje destacado para que me conozcan y me ayuden a cumplir mi sueño; quiero viajar a Estados Unidos para hablar con Donald Trump y decirle que es muy malo que no haya firmado el acuerdo -de París- contra el cambio climático, que debe creer en el calentamiento global y regular sus industrias. La capa de ozono se está deteriorando, el sol pega cada vez más contra la Tierra y los hielos se están derritiendo”, revela.