Trabajo agrícola
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Según el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Ricardo Ariztía, el costo de la mano de obra agrícola se ha encarecido un 12,5%, un fenómeno que responde a la disminución de la oferta laboral en el agro, lo que constituye una buena noticia para los trabajadores, que son los que menos ingresos perciben en comparación con los demás sectores de la economía, según estadísticas del Ministerio del Trabajo, sin embargo, los empresarios del sector argumentan que sus márgenes son tan estrechos que difícilmente pueden absorber estos mayores costos.
Y si bien “la agricultura es con clima”, como dicen en el campo para referirse a los altos niveles de riesgo de esta actividad, al gremio le preocupa que además de este incremento dado por las leyes del mercado, la nueva ley que regula el trabajo por temporada elevaría los costos laborales un 8,8%, debido a que la normativa establece la indemnización por mes trabajado para los temporeros.
Ariztía, cuya opinión es compartida por el presidente de la Asociación de Agricultores de Ñuble, Álvaro Gatica, afirma que con este aumento de los costos laborales “más el alza de impuestos, esto se nos hace complejo”, advirtiendo que estos beneficios no ayudan a reducir las tasas de desempleo, en una insinuación peligrosa que intenta asociar el mejoramiento de las condiciones laborales con un alza de la desocupación.
Lamentablemente, el líder gremial levanta un discurso similar al que utilizaban los gremios empresariales en los años noventa para frenar el alza del salario mínimo, y que algunos todavía defienden cuando este debate llega al Parlamento.
Como si esto fuera poco, Álvaro Gatica sostiene que estos beneficios podrían terminar perjudicando a quienes se quiere favorecer, dado que frente a estos cambios muchos optarían por la mecanización para reemplazar trabajadores. Se trata de una verdad torcida, puesto que la mecanización es un proceso en marcha, una tendencia internacional que no solo apunta a elevar la eficiencia y la competitividad, sino que también es una respuesta frente a la escasez de mano de obra.
Asimismo, argumentar que los mayores beneficios laborales perjudican al sector exportador, ya que perdería posiciones frente a sus competidores, como Perú, que tiene costos laborales más bajos, es nivelar hacia abajo y desconocer la realidad de otros países que compiten con Chile, como Nueva Zelanda, destino de muchos jóvenes chilenos que prefieren cosechar fruta allá.
El problema de la menor competitividad de los exportadores agrícolas locales no tiene que ver tanto con los beneficios de los trabajadores, y tal como lo ha identificado el Banco Mundial en su asesoría al Gobierno Regional, las brechas de competitividad del sector están más asociadas a las debilidades de la cadena logística y a la gestión comercial, que se traduce en los bajos precios relativos que se pagan por los productos locales en los mercados internacionales.
Mejorar las condiciones de los trabajadores agrícolas debiera ser motivo de orgullo para un sector tan importante en la economía de Ñuble, sin embargo, a nivel empresarial persiste una mirada miope sobre esta materia, la misma que ha forzado a miles a dejar los campos en busca de mejores empleos.