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Los motines racistas registrados esta semana tras el traslado de un grupo de familias gitanas a un barrio de la periferia de Roma, generó polémicas y preocupación en toda la península.
La fiscalía de la capital abrió además una investigación por los daños y amenazas con el agravante de “odio racial” después de que los manifestantes, entre ellos militantes de la extrema derecha Casapound y Forza Nova, quemaran cubos de basura e insultaran con eslogans racistas y saludos fascistas a cerca de 70 gitanos, entre ellos 33 niños.
“No podemos aceptar a quienes siguen fomentando este clima y continúan menospreciando a las personas. Y me refiero, principalmente, a Casa Pound y Forza Nuova”, lamentó en un tuit la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas.
Los incidentes ocurrieron la noche del martes cuando el grupo de gitanos fue trasladado para su alojamiento a una instalación adecuada por la alcaldía en el periférico barrio de Torre Maura, al este de la capital.
“Quemar a los gitanos”, “Que se mueran de hambre”, gritaba enardecida una multitud de residentes locales a los que se unieron militantes de extrema derecha, muy activos en esos barrios problemáticos, con alto desempleo y sin servicios públicos.
Los manifestantes quemaron botes de basura, incendiaron automóviles y llegaron a pisotear los sándwiches destinados a las familias gitanas, escenas trasmitidas por la televisión pública y comentadas en las redes sociales con lluvias de mensajes contra los gitanos, acusados de ser ladrones, sucios, indeseados.
“Italia después de Hungría es el país más intolerante con los gitanos. El 77% de los italianos tiene algún prejuicio contra gitanos”, aseguró a RaiRadio3 Dijana Pavlovic, actriz gitana con nacionalidad italiana y coordinadora del programa Romact para el diálogo con esa comunidad.
Una historia de últimos y penúltimos
La alcaldía romana, que trata de desmontar los campamentos de gitanos, por lo que Italia ha sido condenada por las autoridades de la Unión Europea, no logra tampoco integrar a los gitanos en esos barrios degradados y periféricos y aún menos en la sociedad.
“Aquí hay un problema social, pero lo que es intolerable es la violencia”, lamenta la actriz.
La desesperación y el odio que reina en esos barrios azotados por la pobreza y el abandono explotaron esta vez contra los gitanos, que suelen enfrentar un clima hostil y discriminatorio.
“Es una historia de últimos y penúltimos”, escribió Lorenzo De Cicco del diario romano Il Messaggero.
“Lo que ocurrió esta semana no ha sido una casualidad. Los partidos neofascistas encabezan los comités de barrio y cabalgan sobre el miedo y la exasperación para lograr consenso. No es la primera vez que se registran motines así”, comentó por su parte el periodista Paolo Berizzi, autor del libro “Italia nazi. Viaje a un país que se descubrió fascista”.
La alcaldía, que cedió al pedido de los habitantes del barrio y no instalará a los gitanos allí, deberá enfrentar una nueva manifestación el sábado organizada por los neofascistas de CasaPound.
“Estamos preocupados, sobre todo porque hay instrumentalización política. Hay que evitar la guerra entre pobres”, reconoció el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Stefano Russo.
Cuando llegó al poder en junio de 2018, el derechista ministro del Interior y hombre fuerte del gobierno, Matteo Salvini, desató controversia al anunciar un censo étnico y deportaciones masivas de gitanos, lo que no ha sido realizado hasta ahora.
Según la organización sin fines de lucro 21 de Julio, en Italia viven entre 120.000 a 180.000 romaníes, sinti y caminantes, de los cuales aproximadamente 16.400 residen en 148 campamentos reconocidos legalmente, de los cuales el 43% son italianos.