Señor Director:
Irina Karamanos, quien impulsó la eliminación de la figura de la Primera Dama durante el actual gobierno, vuelve hoy al debate público ironizando sobre una eventual restitución del cargo, sin asumir la responsabilidad por los vacíos institucionales que dejó su propia decisión.
El rol de la Primera Dama no ha sido solo simbólico. Ha constituido un espacio concreto desde el cual muchas mujeres han contribuido de manera significativa al trabajo social y a causas públicas. Ejemplos como Cecilia Morel y Marta Larraechea en Chile, o Michelle Obama y Hillary Clinton a nivel internacional, demuestran que esta función puede articular iniciativas sociales, visibilizar problemáticas y aportar al bien común.
El problema no fue el cargo, sino la mirada ideológica con que se decidió eliminarlo. Para la izquierda, la figura de la Primera Dama resulta incómoda porque no encaja con su visión identitaria; suprimirla respondió más a una postura doctrinaria que a una evaluación real de su valor y alcance.
Javiera Matamala Gallardo
Pasante de investigación FPP



