Señor Director:
La segunda vuelta presidencial dejó una señal clara: el electorado rural se consolidó como un factor decisivo en el triunfo del presidente electo José Antonio Kast. A nivel nacional, estos territorios otorgaron un 65% de apoyo, frente al 55% registrado en zonas urbanas. El resultado es más significativo cuando vamos a zonas rurales de regiones como Ñuble donde la cifra alcanzó un 73%.
Este amplio respaldo plantea una responsabilidad sustantiva para el nuevo Gobierno con la ruralidad: superar el abandono y responder a las necesidades más urgentes con mirada de largo plazo. Según el último CENSO (2024) en un tercio de las regiones, los habitantes de las comunas rurales presentan dos años menos de escolaridad que las urbanas; a nivel nacional un 20% de los hogares rurales se abastece de agua fuera de la red pública; y en término de conectividad digital solo un 41% dispone de internet fijo.
Si bien en los últimos 20 años la pobreza ha disminuido alcanzando mínimos históricos, las brechas sociales en sectores rurales duplican a las urbanas, lo que profundiza el sentimiento de invisibilidad. La magnitud del apoyo recibido en esta elección no solo constituye un dato anecdótico que permite sacar cuentas felices a los victoriosos, sino una oportunidad para fortalecer la cohesión territorial emparejando la cancha. Gobernar con una mirada de justicia, equidad y sostenibilidad será clave para transformar este respaldo en confianza duradera.
José Luis Romero Valderrama
Profesor adjunto del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC



