Deja vú electoral constitucional

Señor Director:
El escenario que dejó la primera vuelta presidencial plantea un desafío político mayor. Más allá de las cifras, el país parece encaminarse hacia una segunda vuelta que podría adquirir un tono plebiscitario, muy similar al vivido cuando el “rechazo” obtuvo un categórico 61,8%. La combinación de voto obligatorio, fatiga ciudadana y desconfianza institucional vuelve a instalar un ánimo de corrección más que de adhesión.
Aunque Jeannette Jara obtuvo la primera mayoría, la redistribución de apoyos y el comportamiento del electorado obligan a observar el balotaje desde una perspectiva distinta: hoy pesa más la evaluación al Gobierno y al rumbo político que las propuestas específicas. Y en ese contexto, conviene recordar un elemento que algunos prefieren omitir: el voto obligatorio no favorece a la izquierda, lo que explica la pasión con la cual – esta última – defendió el voto voluntario durante años.
El elector forzado, que no sigue de cerca el debate político, suele votar desde el pragmatismo, el desencanto o el impulso de poner límites. Ese universo de millones de personas ya ha demostrado su capacidad de alterar completamente las expectativas de los sectores que dependen de una alta movilización ideológica.
La segunda vuelta del 14 de diciembre definirá más que una administración: será una señal nítida sobre la dirección que quiere tomar el país tras un prolongado ciclo de incertidumbre y desesperanza. Esta vez, la ciudadanía podría volver a hablar con la misma contundencia con que ya se ha expresado en momentos decisivos.
Rodrigo Durán Guzmán