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Contrapesos y coherencia

Señor Director:

Uno de los debates que cruzó el primer proceso constitucional desde la perspectiva del sistema político fue la necesidad de mantener o no la intensidad del contrapeso legislativo. En efecto, quienes construyeron esa primera propuesta, establecieron el fin del Senado. En defensa de esa tesis, la izquierda minimizaba los efectos de la pérdida de contrapeso, mientras que la derecha, en sentido contrario, declaraba los riesgos de una reforma estructural de tal envergadura.

Algunos años después, pero ahora en modo presidencial, podríamos reflexionar sobre cuál sería una postura razonable frente a la nueva composición del Congreso.

Si el próximo Presidente es de derecha, no tendrá mayoría en el Senado ni nominalmente en la Cámara, si asumimos que el PDG no tiene un anclaje ideológico definido. Por el otro lado, si la próxima Presidenta es de izquierda, estaría exactamente en la misma posición. ¿Será que ahora ambos sectores políticos, o al menos uno de ellos, podría renegar de los contrapesos y decir ahora que son una especie de estorbo en el sistema institucional?. ¿Tendrán una postura hoy distinta a la que tendrán el 14 de diciembre por la noche?.

Lo que está claro es que el próximo Gobierno, independiente del color, deberá poner a prueba su coherencia, sus credenciales en racionalidad política y deliberación democrática, con disposición a exponer y a escuchar puntos de vista, aún sean distintos a los que abraza como verdad propia. A no ser que decida naufragar en solitario por la vía administrativa.

Rodrigo Landa Guíñez

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