Jara y Kast avanzan al balotaje y reordenan el mapa político chileno

Chile volvió ayer a un escenario ya familiar en la historia reciente: una segunda vuelta presidencial entre dos proyectos marcadamente distintos.
La candidata oficialista Jeannette Jara, apoyada por la centroizquierda y la Democracia Cristiana, y el abanderado del Partido Republicano y el Partido Social Cristiano, José Antonio Kast, se instalaron en el balotaje del 14 de diciembre con el 26,8% y el 23,9% de los votos, respectivamente, según los resultados provisorios con el 97,2% del escrutinio.
El mapa político quedó agitado. La irrupción del líder del Partido de la Gente, Franco Parisi, en el tercer lugar (19,6%) -con un voto especialmente fuerte en el norte del país- generó un reacomodo inmediato en ambos comandos, mientras que la derecha tradicional, representada por Evelyn Matthei (12,5%), y el libertario Johannes Kaiser (13,9%) se cuadraron de inmediato con Kast.
El Presidente, Gabriel Boric, saludó a los ganadores y destacó que Chile mantiene “una democracia robusta”, mensaje que buscó reforzar confianza en el proceso, luego de una campaña tensionada y de creciente desinformación.
El mensaje de Jara: unidad progresista y ampliación hacia el centro
Jeannette Jara llegó a la segunda vuelta en el primer lugar, algo inédito para una figura vinculada al Partido Comunista desde el retorno a la democracia.
Sus años como ministra del Trabajo, su rol en la ley de 40 horas y la Reforma Previsional y sus gestos hacia sectores moderados le permitieron consolidar una candidatura que, en su primera reacción pública, buscó ampliar el arco de apoyo y enviar señales de gobernabilidad.
En su discurso, la exministra agradeció a quienes participaron en la elección, saludó a los candidatos derrotados y llamó a escuchar las propuestas que quedaron fuera del balotaje.
Lo hizo mencionando directamente ideas de Parisi, Matthei, Artés, Mayne-Nicholls y Marco Enríquez-Ominami, subrayando que incorporará aquellas que considere útiles para un programa “de unidad y cambios responsables”.
Jara ha debido lidiar durante toda su campaña con las tensiones internas del pacto que la respalda y con la resistencia histórica que una franja del electorado mantiene respecto del PC.
Por eso, en los últimos meses marcó distancia con algunas posturas tradicionales de su colectividad, como su crítica al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, o su afirmación de que Cuba “no es una democracia”, declaraciones con las que busca tender puentes hacia el votante moderado.
De cara a la segunda vuelta, su principal desafío será ampliar su techo electoral. Para lograrlo, deberá seducir al votante de la exConcertación, al segmento que respaldó a Matthei y a parte del electorado emergente que apoyó a Parisi, clave por su alta volatilidad.
Su mensaje tras la primera vuelta apuntó justamente a esa convergencia.
“Esta elección enfrenta dos modelos muy distintos de país”, señaló, enfatizando que su opción representa estabilidad y derechos sociales.
Kast: giro inmediato al orden y la seguridad, y llamado a cerrar filas
José Antonio Kast, por su parte, se mostró fortalecido por el apoyo explícito que recibió desde la derecha tradicional apenas conocidos los primeros cómputos.
Su discurso estuvo marcado por un tono de urgencia, apelando a la necesidad de evitar una “continuidad del gobierno de Boric” y posicionando el balotaje como un plebiscito entre dos visiones antagónicas.
Agradeció a Evelyn Matthei por acompañarlo en el escenario y por su adhesión pública, gesto que buscó mostrar cohesión en un sector históricamente fragmentado.
También celebró el respaldo de Kaiser y del resto de las listas parlamentarias de derecha, destacando que un Congreso más favorable podría dar sustento a un eventual gobierno suyo.
En su intervención, Kast endureció su crítica al oficialismo y apuntó directamente a su contendora.
“Jeannette Jara es Gabriel Boric con un tono distinto; si ella gana, gana el PC”, dijo, dejando entrever la estrategia que desplegará en la campaña: vincular a Jara con la administración actual, que según él, “ha fracasado en orden público, crecimiento y seguridad”.
A la vez, Kast insistió en que su proyecto significa “recuperar y construir nuestra patria”, frase con la que apeló a su electorado tradicional, pero también al votante descontento de centro que reclama estabilidad.
Consciente del peso del discurso económico, puso énfasis en presentar su candidatura como la opción que puede “poner fin a la incertidumbre” y reactivar la inversión.
Un país fragmentado y dos liderazgos en disputa
Los resultados de la primera vuelta confirman la fractura del sistema político chileno y la dificultad de los grandes bloques para articular mayorías estables.
Entre Jara y Kast apenas alcanzan el 50% de los sufragios, cifra que evidencia una ciudadanía dispersa en nuevas identidades políticas: populismos regionales, derechas liberales, liderazgos personales y una centroizquierda moderada que sigue buscando su lugar.
La segunda vuelta del próximo 14 de diciembre pondrá a prueba la capacidad de ambos candidatos para leer estas sensibilidades.
Ni Jara ni Kast pueden ganar solo con sus electorados naturales: requerirán alianzas amplias, moderación discursiva y señales creíbles de gobernabilidad.
El rol de Parisi -quien pidió a los dos aspirantes “ganarse los votos”- será un factor clave, junto con la participación, que vuelve a ser el gran imponderable en un país donde el voto obligatorio convive con altos niveles de desencanto político.
Con un balotaje muy abierto y cuatro semanas intensas de campaña, Chile se encamina a una nueva definición presidencial que reconfigurará no solo el gobierno, sino también el equilibrio interno de la centroizquierda y la derecha.
El resultado del 14 de diciembre marcará el rumbo del país por los próximos años y podría, una vez más, redefinir el tablero político chileno.