Capilla San Juan de Dios: las ruinas que resisten junto al nuevo Hospital Regional

La Capilla San Juan de Dios vuelve a estar en el centro de la conversación pública. A un costado del nuevo Hospital Regional de Ñuble, cuya construcción está en su recta final, permanece cerrada desde el terremoto de 2010, cuando fue declarada insegura estructuralmente. Allí, en el mismo terreno donde se levantó el primer hospital de Chillán en 1791 por decreto del gobernador Ambrosio O’Higgins, la historia aguarda una restauración largamente postergada.
En 2019, el Gobierno Regional, en aquella época liderado por Martín Arrau, destinó cerca de $4 mil millones para su recuperación. Sin embargo, la pandemia obligó a redirigir esos recursos a la emergencia sanitaria sin establecer un nuevo plazo para reanudar el proyecto. Desde entonces han existido varios intentos de reactivar el proyecto. En 2021 el Ministerio de Obras Públicas retomó informes técnicos y durante los últimos meses la Dirección de Arquitectura se ha reunido con la comunidad para construir un nuevo modelo de gestión y un ajuste final del diseño, especialmente en las dependencias anexas a la capilla, que es Monumento Nacional.
“El proyecto lo tiene el MOP, a través de la Dirección de Arquitectura, que ya aprobó el modelo de gestión. La modalidad sería pago contra recepción de obra. Para que la restauración avance, debe ser una iniciativa presentada por el Gobierno Regional, y puede articularse con apoyo del Servicio del Patrimonio”, explican desde la entidad. Esto permitiría volver a postular al Programa Puesta en Valor del Patrimonio.
¿Por qué es tan importante recuperar la capilla? El director regional del Servicio del Patrimonio Cultural, el arquitecto Claudio Martínez, lo sintetiza con claridad. “Las ciudades son organismos vivos. Tienen huellas patrimoniales que construyen identidad. La Capilla San Juan de Dios es una de esas huellas. Es la memoria del origen de la atención hospitalaria en Chillán. Restaurarla significa reconocer de dónde venimos”.
La historia es amplia y decisiva. El hospital original, construido junto a la capilla en 1791, fue uno de los primeros del país. Destruido por el terremoto de 1835, reconstruido y trasladado a la nueva ciudad, regresó finalmente a su sitio inicial en 1877. Aquí trabajaron figuras clave como fray Rosauro Acuña, médico y patriota cercano a Bernardo O’Higgins. Tras el terremoto de 1939, la capilla quedó en pie, convertida en símbolo de resistencia, mientras se levantaba el Hospital Herminda Martín, inaugurado en 1945. Dos pilares de ladrillo circular, únicos en el país, aún permanecen y serán recuperados.
Martínez agrega que “el hospital viejo, igual que Chillán Viejo, no desapareció. Se transforma. Hoy cierra un ciclo frente a la construcción del nuevo Hospital Regional. La capilla nos recuerda ese tránsito histórico. Es una oportunidad única para unir pasado, presente y futuro”.
La capilla, silenciosa desde hace 14 años, mira el avance del nuevo hospital. La pregunta ya no es si vale la pena restaurarla, sino si Chillán está dispuesto a honrar su propia historia, justo cuando inaugura la obra pública más grande desde el terremoto de 1939.
En honor a esa historia, el inmueble fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1972, respetando su memoria en un intento por no perder este patrimonio, mucho más allá de la fe. Mientras se inaugura el nuevo hospital, la capilla lucha en resistencia por seguir esperando la solución que se le negó en el 2019.