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La compleja realidad de los cementerios de Ñuble ante la falta de cupos y de recursos para ampliarse

El pasado jueves, en una oficia del cementerio Parque Chillán, uno de los dos privados que existen en la comuna, una vendedora le decía a una cliente que “sólo tenemos dos certezas: que estamos vivos y que nos vamos morir”.

Y por cliché que suene la frase, es realmente cierta. Sin embargo, esa última parte de la sentencia nunca parece haber sido tomado muy en serio por nuestra sociedad, lo que se refleja en una despreocupación evidente por los cementerios en todo el país. Realidad de la que no se escapa Ñuble.

En nuestra región, la Seremi de Salud tiene catastrado 42 cementerios, entre municipales, parroquiales y particulares. Hay más, sin embargo están en pequeñas localidades rurales, son pequeños en extensión y pertenecen a ese amplio 74% de camposantos que funcionan sin autorización sanitaria en el país.

Actualmente, la mayoría de los recintos locales están seriamente amenazados por un colapso de ocupación, al punto que se estima que antes de dos o tres años, muchos de ellos ya no contarían con más cupos, entre ellos los municipales de Chillán, San Carlos, Bulnes y Cobquecura.

Problemas con los Plan Regulador Comunal, con permisos sanitarios pendientes, la no factibilidad espacial para extender los terrenos o la carestía de los predios posibles de adquirir asoman como los principales.

Pero también hay otro obstáculo a considerar. “Al menos desde que asumí como consejero regional, nunca he visto que desde alguna municipalidad de Ñuble hayan presentado un proyecto para obtener recursos para cementerios, por parte del Gobierno Regional”, advierte el core, Wilson Ponce.

Con más y menos problemas

En 2024, la región de Ñuble figuró, junto con las de Atacama, Coquimbo y la Metropolitana como aquellas en las que se cursaron 14 sanciones por incumplimientos al Reglamento General de Cementerios, al Código Sanitario y a normas de condiciones básicas de higiene en lugares de trabajo.

En esa oportunidad, funcionarios de la Seremi de Salud de Ñuble visitaron el Cementerio de Trehuaco. Tras comprobar que no contaba con autorización sanitaria, se le multó con 10 UTM ($648 mil al valor de esa fecha).

Las infracciones en esas cuatro regiones, tuvieron como fundamente la presencia de sepulturas hundidas, exhumaciones realizadas sin autorización, nichos con filtraciones, funcionamiento sin permisos sanitarios y la presencia de restos humanos almacenados en condiciones inadecuadas.

Mientras algunos recintos como el de Ránquil, el de Quirihue, municipal de Bulnes, el de Cerro Negro (Quillón) o Cachapoal (San Carlos) aún están en una posición que les permite proyectar sepultaciones por entre 5 a 10 años; otros como el de Chillán, Quinchamalí, Santa Clara, el Municipal de San Carlos o el de El Carmen, ya están al borde de la ocupación total.

En el caso del cementerio Municipal de Chillán, desde hace años se ha ido advirtiendo que sus casi 17 hectáreas de extensión les permite una proyección de cupos no superior al 2027.

Al igual que la gran mayoría de estos recintos, ya no se venden plazas a la usanza de los cementerios particulares, sino que se entregan sólo cuando fallece una persona, para así evitar espacio ocioso.

Si bien se ha estado barajando la adquisición de un predio particular, aledaño por el poniente, y con uso de suelo apto para cementerio –el que sería de cerca de una hectárea y media- el negocio no se ha concretado y una de las dudas es que “por lo que tengo entendido, no se trata de un predio plano, entonces adaptarlo para que funcione como extensión del cementerio podría complicar el tema de los recursos”, explica Hernán Hernández, director del lugar.

Otra opción de las que fueron expuestas en la comisión cementerio del Concejo Municipal, corresponde a generar un anexo de cementerio o ‘Cementerio Dos’, que se podría emplazar en diversas zonas de extensión urbana de la ciudad, con sepulturas tradicionales, parque y crematorio.

Finalmente, y como tercera opción, se baraja el ampliar hacia el costado norte. Si bien se trata de un terreno más pequeño, le permitiría extender por al menos un par de años la vigencia al recinto.

Conforme al estudio realizado por la Dirección de Cementerios, esta ampliación permitiría aumentar nichos y sepulturas familiares, con una capacidad que está siendo evaluada.

En tanto, la situación del cementerio en Quinchamalí, “ya no cuenta con terreno disponible, solo nos quedan 20 terrenos para venta, pero solo se venden para sepultura inmediata y eso nos da hasta fin del año 2025. Es necesaria la ampliación de este cementerio”, añade Hernández, quien agrega que el lugar “carece de baños públicos, el proyecto para contar con este esencial servicio es de larga data, y hoy el baño destinado para personal que labora en el camposanto se comparte con los visitantes. “Está en proyecto la construcción de baños para el recinto”.

En San Carlos, el alcalde Rubén Méndez explicó que “en la comuna estamos con problemas serios en el cementerio del centro. Estamos buscando la posibilidad de ampliar el predio, considerando que se ofrece un promedio de 380 servicios al año, más otros 60 en Cachapoal”.

Sin embargo, en la municipalidad sancarlina, buscan evitar a toda costa la adquisición de un terreno en otro lugar, ya que “el tener dos cementerios nos obligaría a tener el doble de personal y no contamos con recursos para eso”.

Por el contrario, el conflicto para el alcalde Bulnes, Gonzalo Bustamante, no está en el centro sino en el recinto rural de Santa Clara.

“En el cementerio del centro ya pudimos ampliar y eso nos permite contar con cupos para varios años, pero en Santa Clara ya no hay cupos y el único terreno al que podríamos ampliar es de un particular, quien aprovechándose de esta situación, nos vende el terreno a precios completamente desorbitados”, comentó.

Desafortunadamente, no hay más opciones para la capital del Diguillín, que esperar que el propietario cambie de parecer, ya que adquirir en otro lugar no es una opción que se baraje por un tema de recursos.

Peor es la situación de comunas con menos recursos que las capitales provinciales, ya que muchos de ellas dependen de los camposantos parroquiales.

Ejemplo de ello es lo que relata Renán Cabezas, jefe comunal de El Carmen, quien detalla que “el único servicio recae en la parroquia y es algo que nos preocupa porque ya no queda mucho espacio disponible. Tendremos que evaluar con la gente de la parroquia y con las autoridades regionales la posibilidad de ampliar lo existente, pero creo que también es hora de evaluar la posibilidad que la Municipalidad también administre alguno”.

Para la comuna quillonina, en tanto, hay apenas 27 nichos disponibles en el cementerio municipal ubicado en el radio urbano. Esto se venden solo cuando fallece alguna persona y, por el momento, no hay proyecto de ampliación ni de construcción de nuevos nichos, lo que asoma más que sombrío si se considera que tiene un promedio de cien servicios al año.

Al menos en el del sector de Cerro Negro, la municipalidad de Quillón, adquirió 1.2 hectáreas, mientras que el cementerio parroquial de la comuna, aun tiene oferta de nichos, pero no tiene factibilidad de tumbas en terreno.

buscan 100 mil cupos

En una época llena de crisis sanitarias, la ayuda de los cementerios parroquiales fue clave para la región, comenzando a operar a fines del siglo 19.

Si bien hubo varios intentos, no necesariamente parroquiales, como el Cementerio Alemán, fundado en 1866 en lo que hoy se ubica la villa Juan XXIII, cerrado apenas 14 años después por problemas con las napas subterráneas, los recintos parroquiales fueron un verdadero salvavida para la salubridad de la región.

Las enfermedades prevalentes llegaban, en esos años, a tal nivel que el actual Cementerio Municipal de Chillán, que recibió su primer féretro en 1886 (Juana Aqueveque, fallecida por tuberculosis) fue conocido como “el cementerio de los apestados”.

Con el tiempo, y considerando que se trata de cementerios sin fines de lucro, comenzaron a tener problemas para actualizarse con las normativas sanitarias cada vez más exigentes que el Estado ha debido ir imponiendo, para evitar barbaridades como las vistas en Santiago, como el hallazgo de osamentas en los senderos por falta de mantención presencia de perros vagos; sepulturas sin personas identificadas o incluso hallazgos de bolsas con restos exhumados sin rotular.

Así, se puede establecer que el cementerio más antiguo de Ñuble es el Cementerio Parroquial de Quirihue, fundado en 1786, en la actual capital provincial del Itata, una de las pocas comunas de la región que aún cuenta con espacio para al menos seguir recibiendo personas fallecidas por al menos una década.

A la fecha, son 17 cementerios parroquiales los que en Ñuble administran en la diócesis, incluyendo el mausoleo de los obispos ubicado en la Catedral de Chillán.

Estos camposantos se encuentran en Cobquecura (3), Quirihue, Ninhue, San Fabián de Alico, Portezuelo, Coihueco, Pinto (2), San Ignacio, El Carmen (3), Pemuco, Chillán (Mausoleo Obispos) y Quillón, sumando hoy una capacidad superior a las 30.000 tumbas.

“Desde hace tres años, la administración diocesana trabaja en coordinación con la Seremi de Salud de Ñuble con el fin de regularizar aspectos establecidos en normativas promulgadas en las últimas décadas, como accesibilidad universal e infraestructura”, explican desde el obispado.

Añaden que se trata de procesos más bien lentos, considerando que deben ser visados y regulados por distintas entidades como las seremis sectoriales, direcciones de obras municipales y otros organismos sanitarios, que deben velar por el cumplimiento de exigencias que surgieron mucho tiempo después de la apertura y funcionamiento de estos espacios.

En cuanto a la proyección de uso en el tiempo, advierten que “varios de los cementerios se encuentran próximos a su capacidad máxima, motivo por el cual se está notificando a familiares de sepulturas que se encuentran en estado de abandono, a fin de garantizar un uso responsable de los espacios”.

De todas formas, se han desarrollado procesos de ordenamiento interno en cada uno de los cementerios con el objetivo de optimizar la gestión del terreno disponible. Estas acciones podrían permitir en el futuro habilitar más de 100.000 cupos nuevos, sin que necesariamente se amplíen los predios en los que están instalados.

Comparativamente, los valores para adquirir un cupo, son significativamente inferiores a los de recintos municipales o privados.

“Para acceder a ellos se requiere que las personas sean residentes de las comunidades donde se ubican y, al momento de adquirir un espacio, se promueve que este sea de carácter familiar, colaborando así con una correcta administración de los terrenos”, detallaron en el obispado.

La única comuna de Ñuble que no cuenta con cementerio propio es Chillan Viejo (y no hay mayores novedades).

Pese a esto, el alcalde Jorge del Pozo ha declarado en diversas oportunidades que entre sus prioridades es construir uno, para evitar que sus vecinos busquen servicios en otras comunas, mientras que en el sector costero de Buchupureo están solo a la espera del visto bueno del a autoridad sanitaria para comenzar a operar su cementerio.

Privados: otra historia

Tanto el Parque Las Flores como el Parque Chillán cuentan con predios disponibles en Chillán y San Carlos, con ofertas que promedian las 75UF para plazas para dos personas, valores claramente superiores a los que piden en los municipales y en los parroquiales.

Sin embargo, ambas empresas cuentan con cupos para asegurar 25 años de servicios, más terrenos aledaños a sus recintos para ampliar en caso de ser necesario.

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