Abastecimiento de agua potable

De acuerdo con el reporte de la Dirección General de Aguas del MOP, el pronóstico del caudal que produce el proceso de deshielo presenta un déficit de un 50% para la región, tras un invierno que dejó déficits de 36% de caída de nieve y de 22,6% de precipitaciones.
Según declaró el seremi del MOP, Freddy Jelves, a pesar de estas cifras, el abastecimiento de agua para el consumo humano está asegurado hasta marzo de 2026 en la región.
Si bien parece una buena noticia, es necesario recordar la zona central de Chile suma más de 16 años de sequía, en un contexto de Cambio Climático, pero presionado además por el incremento sostenido de la demanda de agua.
Ha sido precisamente esta prolongada sequía la mayor responsable del agotamiento de los acuíferos subterráneos, principal fuente de agua para la población. En zonas urbanas, a través de las captaciones de las sanitarias, y en zonas rurales, a través de pozos individuales o colectivos, como ocurre con los servicios sanitarios rurales (exAPR).
Por ello cabe preguntarse si la distribución de agua potable está asegurada para miles de familias que viven en las zonas rurales de Ñuble, muchas de las cuales dependen de los camiones aljibe, de mangueras conectadas a vertientes o de punteras. Ciertamente, para ellos no está asegurado el recurso y no lo estará en la medida que no se concreten obras sanitarias indispensables.
Lamentablemente, los recursos son escasos, lo que impide avanzar más rápido en cerrar esta vergonzosa brecha de acceso. En ese contexto, es justo valorar el esfuerzo del MOP y del gobierno regional, desde la creación de la región, en apurar el tranco, con históricas inversiones en agua potable rural. Por eso cuesta entender que el Ejecutivo pretenda recortar el presupuesto del MOP para 2026, que en Ñuble caería 4,0% respecto a 2025, lo que repercutiría en áreas sensibles, como agua potable rural, donde la baja es notable.
Vale destacar también otros pasos relevantes, como la incorporación de una reserva para consumo humano en el diseño de los nuevos embalses que se proyectan, como el Zapallar, cuya construcción comenzará en 2026.
En el ámbito privado, la sanitaria Essbio incorporó hace años la variable climática en sus decisiones de inversión, con el objetivo de contar con un sistema resiliente, donde destaca la construcción de tranques, captaciones y estanques.
También ha sido clave contar con información hidrológica para elaborar pronósticos y para tomar decisiones, como la acumulación de nieve en la cordillera o el comportamiento de los acuíferos subterráneos, donde organismos como la DGA han invertido en sistemas de monitoreo, mientras que instituciones académicas, como la Universidad de Concepción, han aportado con investigación pertinente.
La adaptación al Cambio Climático requiere una mirada estratégica que apunte a resolver las deficiencias en materia de abastecimiento de agua en Ñuble, lo que también significa hacerse cargo de desafíos como el almacenamiento y gestión del agua, la generación de conocimiento y el acceso a información, la producción y distribución de agua potable y la eficiencia en el uso de este recurso.
El acceso a agua y saneamiento es un derecho humano básico reconocido internacionalmente, por lo que los esfuerzos públicos y privados para proveer el vital elemento deben ser siempre prioritarios y con sentido de urgencia, independiente del ciclo político.