Chillán y sus fallas comunitarias

Señor Director:
Sí Chillán fuera un organismo vivo, su acceso sur en Av. Collín con O’Higgins sería un rostro enfermo, un monumento a nuestras fallas comunitarias. No es un problema nuevo, sino la metástasis de una desidia que hemos dejado crecer.
La historia se repite con una lógica destructiva. Los puestos de artesanos, hoy refugios y cenizas, y la ex planta de revisión técnica, “deshuesada” por el abandono, son la prueba del mismo patrón: soluciones cosméticas sin estrategia de seguridad y apropiación fracasan, alimentando el problema que buscan resolver.
Hoy, ese ecosistema de riesgo opera con la logística de un servicio a domicilio para el microtráfico. La ayuda bienintencionada, pero desarticulada, actúa como un ancla, perpetuando un ciclo que confunde caridad con solución y mantiene a las personas en el foco del peligro, no las saca de él.
La pregunta no es cómo “limpiamos” la esquina, sino cómo rompemos este patrón de fracaso. ¿Estamos dispuestos a aplicar una verdadera acupuntura urbana? Una intervención integral que combine seguridad permanente, diseño sin puntos ciegos y un uso comunitario tan intenso que la delincuencia, simplemente, no tenga espacio para operar.
Esto exige una alianza entre municipio, empresas y ciudadanos. La esquina de Collín con O’Higgins nos grita que cosechamos nuestra propia desidia. ¿Seguiremos financiando la próxima falla anunciada o estamos listos, de una vez por todas, para diseñar un éxito?”
Juan Roberto Sandoval Toro