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A 100 años del natalicio de Galvarino Merino Duarte: el legado vivo de un profesor y poeta de Ñuble

A 100 años de su nacimiento en San Carlos, el profesor normalista y poeta Galvarino Merino Duarte vuelve a ser recordado en Ñuble con la fuerza de quienes nunca se han ido del todo. Su voz, ligada a la tierra, al paisaje campesino y a la identidad regional, resonó una vez más este fin de semana en un conversatorio organizado por el Grupo Literario Ñuble, desarrollado en la Sala Schaefer de la Universidad del Bío-Bío, bajo el título “Me llamaron hermano”. La actividad, que reunió a escritores, familiares y lectores, se transformó en un espacio de memoria y gratitud, donde la figura del maestro-poeta fue evocada no solo desde la nostalgia, sino también como un referente cultural que aún dialoga con las nuevas generaciones.

En la ocasión se destacó el trabajo que actualmente impulsa el Grupo Literario Ñuble, quien se encuentra reuniendo la obra completa de Galvarino Merino Duarte, tarea que desarrolla como editor junto a la familia del autor y a la propia agrupación literaria. “Para nosotros la figura de Galvarino es importante y queríamos, mediante esta actividad, recuperar su legado para las nuevas generaciones”, comentó Pilar Guzmán, presidenta del Grupo Literario Ñuble.

El maestro y el poeta

Nacido en San Carlos el 17 de julio de 1925, Galvarino Merino Duarte dejó una profunda huella en el ámbito cultural y educativo de Ñuble. Desde temprana edad estuvo vinculado a la vida rural, experiencia que marcaría para siempre su obra literaria. Radicado en Coihueco, conjugó la docencia con la creación poética, construyendo un discurso en el que se entrelazan la tierra, el paisaje y la memoria campesina.

En 1947 se tituló como profesor del Curso Normal de la Universidad de Concepción, estudios que luego complementó en la Universidad de Chile, donde obtuvo una mención especial para enseñar castellano en la educación básica. Esa formación le otorgó una sólida base académica, la cual volcó en el aula con un profundo sentido pedagógico. Su primera publicación fue el poemario “Amalgama del grillo” (1962), en el que ya se vislumbra la constante de su obra: la íntima relación entre el ser humano y la naturaleza. En 1985 publicó “Cántaros de lluvia”, con prólogo del poeta y abogado Francisco Mesa Seco, obra que reafirma su voz campesina y regionalista. Posteriormente, en 1994, dio a conocer “Huellas en el tiempo”, un trabajo de artesanía literaria que combina memoria, evocación y poesía.

El profesor y poeta también fue parte de la antología “Poetas de Ñuble” (1966), editada por la Municipalidad de Chillán con motivo de los 125 años del diario La Discusión. En esa publicación se incluyeron sus textos junto a los de autores como Gonzalo Rojas y Marta Brunet, lo que significó el reconocimiento a su voz en el mapa literario regional.

“La obra de Galvarino Merino Duarte se reconoce por su carácter testimonial y comunitario. Supo retratar el mundo campesino con sencillez, otorgándole una profundidad poética que hoy lo convierte en una voz imprescindible de la identidad cultural de Ñuble. Su poesía no fue evasión ni artificio: fue, más bien, un reflejo de su propia vida como profesor, vecino y creador, siempre atento al entorno y a la memoria colectiva”, señala Hlousek.

Hoy, a 100 años de su natalicio, su obra se encuentra en proceso de compilación y reedición. El trabajo que encabeza Rodolfo Hlousek, junto a la familia, busca devolver a las y bibliotecas la voz de este poeta que, con sencillez y hondura, supo inscribir a Ñuble en la literatura chilena.

Su nombre permanece vivo en quienes fueron sus estudiantes, en los lectores que aún encuentran en sus poemas la resonancia de la tierra, y en las nuevas generaciones que ahora descubren su palabra. Y es que, como se repitió en el homenaje, Galvarino fue y seguirá siendo hermano de todos aquellos que encuentran en la poesía un lugar para habitar y reconocerse

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