Cada vez menos candidatas

La aprobación, hace 10 años, de la ley de cuotas de género, fue considerada un avance democrático y una promesa de abrir la puerta a una mayor presencia femenina en el Congreso. Sin embargo, desde 2015 en adelante los números electorales revelan que en territorios como Ñuble, los efectos de esta legislación siguen siendo limitados, y esa promesa de paridad está lejos de cumplirse.
En el distrito 19, que concentra la totalidad de la región, se inscribieron 51 candidaturas para las elecciones de noviembre. Apenas 20 corresponden a mujeres, lo que equivale a un 39,2%. La cifra cumple con el mínimo exigido, pero no alcanza a reflejar un equilibrio sustantivo. La disparidad se vuelve aún más evidente cuando se revisa el comportamiento de los distintos pactos. Mientras algunos bloques, como el conformado por Verdes, Regionalistas y Humanistas, presentan cinco mujeres en seis cupos, otros -como Chile Grande, Unido, Amarillos o la Alianza Verde Popular- apenas incluyen a una candidata en toda su nómina.
El contraste no es menor. La politóloga Jeanne Simon, de la Universidad de Concepción, advierte que en muchas ocasiones las mujeres son incorporadas en distritos o listas donde las posibilidades de resultar electas son mínimas, lo que convierte su participación en una estrategia simbólica más que en una apuesta real por el liderazgo femenino. “La política sigue siendo tierra de hombres”, sentencia, reflejando un diagnóstico que no se limita a Ñuble, pero que en la región adquiere particular crudeza.
La académica del Centro de Estudios Ñuble de la UBB, Soledad Martínez, aporta un matiz adicional: al agrupar los datos por bloques, se observa que en la centro-derecha el 71% de las candidaturas son masculinas, mientras que en la centro-izquierda el porcentaje de mujeres se eleva al 45%. Esa diferencia demuestra que hay sectores políticos más permeables a la inclusión, pero también que la ley, por sí sola, no logra transformar la cultura de la representación. Más aún, Martínez subraya un factor inquietante: la ola neoconservadora que atraviesa al país ha debilitado la sensibilidad frente a los temas de género, con el riesgo de retrocesos en derechos y en la confianza hacia liderazgos femeninos.
La evidencia regional es categórica. En las elecciones municipales y regionales de 2024, las mujeres representaron apenas un tercio de las candidaturas en Ñuble. El escenario fue todavía más crítico en la elección de gobernador: de siete postulaciones, ninguna correspondió a una mujer. En las alcaldías, el panorama no cambió: de 94 postulantes, solo nueve fueron mujeres, y ninguna resultó electa.
Lo que muestran estas cifras no es solo una falencia de los partidos políticos, sino también una deuda del sistema democrático con más de la mitad del padrón electoral, que en Ñuble son mujeres. Las barreras persisten en cada nivel de representación: desde las comunas más rurales hasta la contienda parlamentaria, la política se sostiene sobre una estructura que privilegia la permanencia masculina y relega la voz femenina a un espacio secundario.
De cara al futuro, el debate será ineludible. La ley de cuotas expira en 2029, de modo que en el próximo Gobierno y con un nuevo Congreso, el país deberá decidir entre avanzar hacia un modelo de paridad más estricto, seguir igual o incluso -dependiendo de quién controle los poderes Ejecutivo y Legislativo- retroceder en la representación femenina en la política nacional.