Señor Director:
En año electoral el clima político se crispa y aparecen las ofensas y las mentiras, que suplantan ideas, propuestas y argumentos. La pugna por el poder motiva la violencia retórica y comunicacional. ¿Qué se gana con eso? no lo sé, pero los estrategas electorales consideran válido el recurso violento en tiempos de campaña.
La violencia tiene muchas caras, pero la violencia verbal, los ataques ad hominem disfrazados de argumento, son un tipo de violencia que afecta más allá de sus consecuencias electorales.
La violencia se expresa de múltiples maneras, es una conducta que permea las relaciones humanas y se revela en todos los vínculos y espacios. En Chile podemos nombrar varios, pero quisiera llamar la atención sobre lo que ocurre en la juventud, en los colegios y su entorno. Es en la juventud donde se forjan los valores y el carácter, por eso es especialmente importante observar la violencia en el aula y su contexto. Todo parte en la infancia y toda violencia parte en las palabras.
La política es donde se definen pacíficamente nuestras diferencias, es donde estamos llamados a probar la altura de la civilización; si en vez de eso predominan la violencia, la mentira y la ofensa, habremos fracasado como nación.
Cuidemos el tono, las palabras y las referencias personales. La juventud absorbe todo. En año electoral, no parece que estemos dando el mejor ejemplo.
Marcelo Estrella Riquelme
Director Observatorio Social Universidad del Alba
