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6 y 9 de agosto de 1945

Señor Director:

Alamogordo, Proyecto Manhattan, Fat Man, Enola Gay, Los Álamos, Little Boy; todos nombres encubiertos y al descubierto, relacionados con la gestación, la producción y la activación de una “super arma “, sobre la que Estados Unidos estaba trabajando al finalizar la II Guerra Mundial. Bohr, Fermi, Oppenheimer, Rutherford, Groves; todos apellidos prominentes, algunos de ellos Premios Nobel, a cargo de la paternidad de la bomba atómica.

Una gran bola de fuego, con una presión atmosférica inmensa, una columna de nubes elevándose desde la superficie que tomaba forma de hongo y dejando casi ciegos a los observadores. Esa fue la constatación experimental del gigantesco poder destructivo que tendría una explosión en base a plutonio.

Una vez confirmada la gran posibilidad de éxito al usar tal medio de ataque. Se consideró ejecutar la misión, tomando en cuenta 3 grandes hipótesis: disminución de víctimas al invadir Japón de manera convencional, intimidar las pretensiones geopolíticas de los soviéticos y apurar el fin del conflicto. De este modo, en julio de 1945, el presidente Truman decidió lanzar la nueva arma letal en contra de objetivos japoneses. Lo que se concretó los días 6 y 9 de agosto de ese año, con el lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, dejando cerca de 200.000 muertos al momento de arrojar las bombas y victimas posteriores, debido a la radioactividad y otras secuelas. Además de una devastación total de las ciudades.

Hace exactos 80 años, el hombre se dio cuenta del infinito poder destructivo que tenía en sus manos. Es decir, una real posibilidad de auto exterminio. Entonces ahora ( y en nuestra época), el asunto no es como ganar una guerra, sino como disuadirla o evitarla.

Marcelo Moraga A.

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