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“Los ojos del miedo”

“Los ojos del miedo”

Señor Director:

En Ñuble, la seguridad presenta una paradoja inquietante: aunque las cifras oficiales de delincuencia disminuyen, la percepción de inseguridad se dispara, afectando a un asombroso 92,8% de la población. Este abismo entre los datos y el sentir ciudadano es un síntoma grave de cómo el miedo se ha arraigado en la región, opacando la verdad de los números.

Este fenómeno va más allá de la ignorancia colectiva; es el resultado de un miedo profundo que se ha transformado en una práctica política y una costumbre cultural. Los expertos lo atribuyen a factores como la circulación de drogas, la vulnerabilidad de adultos mayores menos expuestos a la violencia y, fundamentalmente, la desconfianza generalizada. Esta desconfianza se extiende a las autoridades y a los medios que, buscando clics, magnifican cada crimen, convirtiéndolo en historia de terror. El miedo, alimentado por la televisión y las redes sociales, se ha convertido en el nuevo rey de Ñuble, no como instinto de supervivencia, sino como negocio y narrativa dominante.

Vivimos en la era de los “ojos del miedo”, donde cada delito se amplifica y cada historia se narra con alarma. El problema no es el miedo en sí, sino cómo lo consumimos y permitimos que nos moldee. Como señala Daniel Johnson, director de Paz Ciudadana, la inseguridad real está concentrada, pero la percepción no lo está.

El reto es cómo devolver la proporción a un relato desmedido. Es crucial convencer a la sociedad de que, a veces, los números también dicen la verdad. Cuando el miedo no se basa en hechos, es una jaula invisible. Y no hay nada más peligroso que una sociedad que, aun libre, vive atrapada tras barrotes que solo existen en la mente.

Ricardo Rodríguez Rivas

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