ZOIT: turismo como promesa y deuda

La Zona de Interés Turístico (ZOIT) es un instrumento de política pública que en Ñuble ha generado una alta expectativa. Pinto fue la primera comuna en asumir este desafío en 2018. Le siguió San Fabián en 2022 y hoy Cobquecura trabaja para convertirse en la tercera. Pero a siete años de la primera declaratoria, cabe preguntarse: ¿está cumpliendo esas expectativas? La respuesta es compleja.
La ZOIT no es, como muchos suponen, una varita mágica que trae consigo inversiones automáticas o fondos públicos sin trámite ni control. Es un acuerdo multisectorial entre actores públicos y privados que busca ordenar, fortalecer y proyectar el turismo en un territorio determinado. El problema surge cuando las expectativas superan la realidad operativa, cuando las comunidades esperan más de lo que la institucionalidad puede entregar.
En Pinto, la ZOIT ha dado frutos. El Plan de Acción ya alcanza un 75% de cumplimiento, y lo más notable es el crecimiento en la formalización de prestadores turísticos: de menos de 2.000 camas registradas en 2018 a más de 5.000 hoy. Se trata de un avance concreto, con impacto directo en la calidad del servicio, la fiscalización y el acceso a beneficios estatales. La Cámara de Turismo del Valle Las Trancas, una de las más activas de la región, destaca el trabajo conjunto con Sernatur y autoridades, pese a que aún quedan grandes tareas pendientes en materia de infraestructura sanitaria y vialidad.
El caso de San Fabián es, en cambio, un espejo con dos reflejos. Desde el municipio celebran los avances logrados: alcantarillado, pavimentos, apoyo a empresarios, capacitaciones y un 42% de avance en el Plan de Acción. La mirada es optimista. Pero desde la Cámara de Turismo la sensación es diametralmente opuesta: abandono, lentitud en la ejecución y escaso aporte de recursos concretos. Farides Zúñiga, presidenta del gremio, es categórica: “Nos vendieron humo”. Y su crítica apunta a una debilidad estructural del modelo: la dependencia excesiva del impulso municipal y la falta de coordinación efectiva con otras instituciones.
Cobquecura, por su parte, está comenzando su camino ZOIT con altas expectativas y una clara visión territorial que apuesta por un modelo costero-campesino, surf y gastronomía. Pero hay señales de alerta: informalidad en los emprendimientos, débil asociatividad entre prestadores y carencia de infraestructura básica. Su desafío será construir una ZOIT aterrizada, con metas reales y medibles y una comunidad cohesionada detrás de una visión común.
El diagnóstico de Sernatur es bastante certero: la ZOIT no trae recursos per se, pero sí focaliza esfuerzos, facilita la coordinación público-privada y orienta el diseño de proyectos. El problema no está en la herramienta, sino en cómo se gestiona. Lo fundamental es tener equipos profesionales, gobernanza activa, capacidad de ejecución y, sobre todo, liderazgo local que conecte al Estado con la comunidad.
La experiencia en Ñuble muestra que donde hay articulación real, los avances son palpables, pero donde hay fragmentación, la ZOIT se convierte en letra muerta y sinónimo de promesa incumplida.
El desarrollo del turismo regional necesita voluntad política, compromiso comunitario y una institucionalidad que funcione. De lo contrario, Ñuble corre el riesgo de tener destinos certificados, pero no desarrollados.