Avellano europeo

En menos de dos décadas, el avellano europeo se ha convertido en un actor protagónico del agro en Ñuble. Lo que partió como una apuesta innovadora en terrenos del secano, hoy se traduce en 8.850 hectáreas plantadas, 145 huertos y una industria que no solo genera empleo, sino que vincula a la región con una de las cadenas productivas más importantes del mundo: la del grupo Ferrero. La cifra actual –un aumento de casi 35% en solo dos años– confirma una tendencia que transforma el paisaje agrícola local y lo proyecta a escala global.
Ñuble concentra hoy el 18% de la superficie nacional dedicada al avellano europeo, consolidándose como la tercera región productora del país, después de Maule y La Araucanía. Pero el dato más relevante es que esta especie desplazó del primer lugar a cultivos que hasta hace poco eran los líderes en producción para la exportación, como el arándano y el cerezo. Ese cambio no es menor. Marca una reconfiguración de la fruticultura regional, influida por factores como la alta rentabilidad, la resistencia del cultivo, el menor riesgo climático y, sobre todo, la vinculación directa con un mercado asegurado.
Ello llevó a la empresa AgriChile a construir en Ñiquén su segunda planta de procesamiento de avellano del país, que fue inaugurada en mayo de 2024. Allí trabajan más de 40 personas de forma permanente, llegando a casi 100 en temporada alta. Además, a través de la entrega directa, ha facilitado el proceso a más de 700 productores locales. Para la filial del grupo italiano Ferrero esta segunda planta no es solo una inversión industrial, sino una señal de confianza en el potencial de Ñuble como polo productivo, logístico y de innovación.
Lo confirma también la colaboración entre el sector privado, el mundo académico y los productores. La reciente jornada técnica organizada por la empresa reunió a más de 400 asistentes en Chillán y mostró un esfuerzo serio por desarrollar conocimiento aplicado: riego eficiente, agricultura regenerativa, control biológico, manejo sustentable y adaptación a escenarios hídricos críticos. Todo eso se traduce en mayor competitividad.
Sin embargo, este auge no está exento de desafíos. Primero, el equilibrio entre la producción y la sostenibilidad. La Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción está explorando el ahorro hídrico mediante imágenes multiespectrales y térmicas, una herramienta que puede marcar diferencias en zonas cada vez más golpeadas por la escasez de agua. Segundo, la falta de asociaciones gremiales fuertes. En una cadena dominada por grandes multinacionales compradoras, la organización de los productores es fundamental para negociar precios justos, promover buenas prácticas y proyectar una voz colectiva.
El avellano europeo es mucho más que una moda agrícola. Es una oportunidad real de desarrollo para Ñuble. Pero su consolidación como cultivo estratégico debe ir acompañada de ciencia, transparencia, colaboración y asociatividad.