Señor Director:
Este 10 de julio de 2025 se cumplen 100 años desde la muerte de Juan Schleyer Brandt, inmigrante alemán que llegó a Chillán en el siglo XIX con un sueño profundamente filantrópico: retribuir a la ciudad que lo acogió, donando nueve hectáreas de la Hacienda Huambalí para la creación de un parque urbano al estilo europeo. Una visión adelantada a su tiempo, pensada como espacio de descanso, cultura y encuentro comunitario para las futuras generaciones.
Han pasado cien años desde su partida, y aunque su nombre ha sido parcialmente rescatado en la memoria colectiva, lo cierto es que su mayor gesto de amor por Chillán sigue esperando hacerse realidad. Hoy, lo único que lo honra —más allá de algunas calles y recuerdos familiares— es un parque diseñado pero aún no construido en parte de los terrenos de su antigua hacienda, donde alguna vez se levantó la medialuna y una escuela. Un diseño que recoge los sueños de muchos, fruto de mesas participativas y voluntades comprometidas, pero que aún no se transforma en piedra ni árbol.
Como bisnieta de Juan Schleyer, y autora de su biografía próxima a publicarse, he dedicado mis últimos quince años a reconstruir su historia, recuperar la verdad de la donación y preservar su legado. Esa obra escrita, fruto de años de investigación, será testimonio permanente de su vida, de su espíritu visionario y de la deuda que Chillán tiene con uno de sus benefactores más generosos y olvidados.
Hoy, más que una conmemoración, este centenario debe ser un llamado. Que su nombre ni su legado quede reducido a planos, diseños y promesas. Honremos de verdad a Juan Schleyer: levantemos el parque, sembremos su memoria, y devolvámosle a Chillán el espacio que le fue regalado con visión y afecto.
Sonia Jungjohann Ribbeck
