La importancia de la jornada de este domingo: elección clave para el oficialismo y señal potente para la oposición

Mañana será una jornada clave para el oficialismo y, en menor medida, también para la oposición.
Aunque solo el pacto Unidad por Chile, que agrupa al Frente Amplio, el Partido Comunista y el Socialismo Democrático, inscribió candidaturas para esta primaria presidencial, el impacto del proceso podría redefinir el mapa político de cara a la elección general de noviembre. No se trata únicamente de escoger una candidatura; está en juego el liderazgo del sector, la legitimidad de su proyecto político y la dirección estratégica que tomará el país en un ciclo de alta fragmentación y volatilidad.
Para Fernanda Rubilar, secretaria ejecutiva de CreaSur UdeC, el proceso tiene implicancias profundas.
“Para el oficialismo se decide quién encarnará el proyecto presidencial y una nueva rearticulación de fuerzas del bloque de cara a noviembre”, sostuvo.
Si la participación supera los dos millones de votos, añade, “el conglomerado quedará muy posicionado para librar la disputa en la primera vuelta presidencial con otro nivel de legitimidad”.
Por el contrario, la ausencia de la derecha en estas primarias representa, según ella, “una desventaja y un error táctico”. Sin embargo, añade, lo que ocurra hoy también le servirá a ese sector: será una fuente clave de información sobre la geografía electoral, los niveles de movilización y las zonas en que la participación sea más alta o baja.
Rodrigo Landa, experto electoral, coincide en que estas primarias van más allá de una mera medición interna.
“Esta elección moldeará la cultura o modelo que los distintos conglomerados políticos ofrecerán al país desde el día lunes. Hoy no está en juego quién será el próximo Presidente, sino si la izquierda seguirá anclada a las utopías de la primera Convención o si avanza definitivamente hacia un socialismo democrático moderno”, afirmó.
Para Landa, el proceso será una primera respuesta concreta a las tensiones no resueltas en la izquierda, y también un anticipo de los nuevos clivajes ideológicos en disputa.
Cristián Quiroz, doctor en Administración y Política Pública, considera que la relevancia de la jornada radica en su mecanismo.
“El desarrollo de primarias como método de selección traslada la decisión desde las cúpulas a la militancia o la ciudadanía, y eso otorga legitimidad al ganador o ganadora. Por eso, lo primero que se juega es la convocatoria”, planteó.
Según él, un nivel alto de participación potenciará a la carta presidencial del progresismo; uno bajo, abrirá oportunidades para candidaturas desde la derecha.
Pero no solo se juega el liderazgo personal. Quiroz apunta a un trasfondo más programático.
“Hoy se miden las tres almas del oficialismo: el socialismo democrático, el Partido Comunista y el Frente Amplio. Aunque quien gane representará a toda la coalición, es evidente que se está definiendo cuál es la visión más convocante del sector”, aseveró.
En términos internos, los expertos advierten que el ordenamiento del oficialismo dependerá en gran parte del margen de la victoria.
Rubilar señala que “si gana Tohá, quien concentra el 45% de la militancia del pacto, y lo hace con holgura, la convergencia será rápida. Pero si el triunfo es estrecho, y sobre todo, si ganan Jara o Winter, se abrirá un escenario de negociaciones complejas, que puede reactivar tensiones históricas entre el Frente Amplio y el Socialismo Democrático, en temas económicos, ambientales e internacionales”, advirtió.
Gabriel Pradenas, analista político, también pone el foco en la proyección del resultado.
“Esta elección no se trata solo de un nombre. Está en juego la capacidad de representar una mayoría social, de construir gobernabilidad y de ofrecer un rumbo claro para Chile”, mencionó.
Desde su perspectiva, una victoria amplia y clara ayudará a ordenar el sector y fortalecerá la candidatura de cara a la ciudadanía. Pero advierte que el verdadero desafío será el día después.
“Lo que viene debe ser un momento de unidad y madurez política. El resultado no debe dejar heridos, sino fortalecer un liderazgo común capaz de convocar a la mayoría del país”, expresó.
¿Cómo afecta los planes de la derecha?
En cuanto a la derecha, los expertos coinciden en que el resultado de hoy podría obligarla a repensar su estrategia.
Rubilar recuerda que en 2021 el progresismo movilizó 1.750.000 votantes frente a 1.340.000 de la derecha. Si hoy esa distancia se amplía, “la derecha necesitará reenfocar su oferta hacia el electorado joven urbano y acelerar la definición de su carta presidencial”.
Quiroz coincide y agrega que “actualmente existe más de una derecha y no han tenido la capacidad de cerrar acuerdos”.
El dilema de ese sector, sostiene, es la tensión permanente entre aproximarse al centro o girar hacia posiciones más duras, encarnadas por figuras como José Antonio Kast.
Para Pradenas, el nombre del ganador en el oficialismo influirá directamente en la estrategia opositora.
“No enfrentarán del mismo modo a una candidata del PC que a una figura de la socialdemocracia. Si gana Jara, buscarán polarizar; si gana Tohá, deberán construir un discurso más institucional”, sostuvo.
Landa añade que los liderazgos más dogmáticos de la derecha, como Kast o Johannes Kaiser, hoy parecen más ordenados, pero solo porque no han sido sometidos al mismo escrutinio que el oficialismo.
Participación: factor clave
Otro factor que marcará el resultado será la participación. Todos los expertos coinciden en su importancia.
Rubilar y Landa creen que una mayor afluencia favorecería a Tohá, aunque Landa matiza.
“Hay quienes plantean que una alta votación favorece a Jara, dado que representa un voto más popular y menos representado por la élite”, aseveró.
Quiroz apunta a que la diferencia está en si vota la militancia o la ciudadanía.
“Ese escenario tendrá un impacto clave en la legitimidad del resultado y en la proyección del liderazgo ganador”, dijo.
La participación, además, incidirá en las encuestas. Todos prevén un “rebote” favorable para quien triunfe hoy.
Pradenas cree que Jara podría capitalizar un resultado sorpresivo si logra representar simultáneamente al mundo popular y al progresismo institucional.
“Ha buscado reflejar la figura de Michelle Bachelet, distanciándose de referentes tradicionales del PC. Incluso se discutió una posible renuncia simbólica al partido, lo que revela que su identidad está en disputa. Ese tipo de movimientos puede alterar la percepción pública en pocos días”, dijo.
Para Landa, el efecto en encuestas será temporal.
“Habrá un impulso, pero no está garantizado que sea sostenible”, expresó.
Quiroz, por su parte, recuerda que “en política no siempre dos más dos son cuatro. Hay que mirar las señales del sistema completo”, advirtió.
Lo cierto, coinciden todos, es que el escenario presidencial chileno está abierto y líquido. Nadie tiene el triunfo asegurado.
Así, el proceso de este domingo se proyecta como el primer gran momento electoral del año. Servirá para definir liderazgos, reordenar coaliciones, calibrar el peso de las ideas y preparar el camino hacia la elección de noviembre. Lo que ocurra no será una fotografía congelada, sino el inicio de un nuevo ciclo político.
Quien gane deberá asumir no solo el liderazgo de un sector, sino también la responsabilidad de articular una coalición diversa, mantener la unidad interna y proyectar una propuesta viable para el país. Si lo logra, estará en condiciones de disputar La Moneda. Si no, habrá abierto un espacio para que las derechas, pese a su actual desorden, recuperen la iniciativa.