La identidad de la Plaza Sargento Aldea

Causa nostalgia leer la descripción de la Plaza Sargento Aldea que hizo el profesor y escritor Ernesto Vásquez Méndez, Premio Municipal de Arte 1985. “No todas las ciudades ofrecen al visitante espectáculos vernaculares de la índole chillaneja, de estos que comunican al espectador el sabor, la gracia y el alma de una comunidad, traduciendo lo que ella crea y produce, lo que siente y vive, lo que gusta y lo que desestima. Es el caso de la feria de Chillán, centro ya consagrado como indispensable para adentrarse en un mundo de bullente actividad, emporio del folclor regional en donde florece, para deleite de los ojos, la agreste variedad de las formas surgidas de ágiles manos creadoras”.
Según el historiador, Marco Aurelio Reyes, desde sus inicios fue un punto de encuentro comercial. En la colonia se vendían cuero, animales, ponchos, comida, ropa para los militares y hasta se traficaban armas. Con el tiempo se fue ordenando y pasó a ser administrado por la municipalidad, pero siempre mantuvo esa condición de ser un mercado de productos de la zona, lo que la terminó convirtiendo en una de las ferias más patrimoniales de Chile.
Hoy, sin embargo, este espacio público único y distintivo de la capital de Ñuble, donde por siglos se fusionaron la cultura comunitaria y la identidad popular, se ve amenazado por la delincuencia, el contrabando y la venta de productos que están muy lejos de provenir de artesanos o pymes locales.
En sus diagonales se ven cada vez más locales que venden ropa de manufactura china, comida para mascotas, artículos de aseo, juguetes plásticos, útiles escolares y hasta aparatos eléctricos. Y por si fuera poco, los comerciantes ambulantes aumentan, igual que la venta de cigarrillos de contrabando o de fármacos ilegales.
Todo esto no solo reduce su carácter identitario y atractivo como ícono turístico, sino que también está impactando en la afluencia de público y constituyendo un factor de depreciación del entorno.
Chillán no se puede dar el lujo de dejar a su suerte un espacio tan tradicional como éste. Por el contrario, debe potenciarlo para el turismo, propiciando la venta de productos agrícolas locales y el rescate de las tradiciones artesanales y gastronómicas. La privilegiada ubicación de la plaza Sargento Aldea, en pleno corazón del centro, permite soñar en grande con un recinto que sea motivo de orgullo para los chillanejos, con la infraestructura adecuada, locales atractivos y condiciones de higiene de primer nivel.
Es justo reconocer la preocupación de la actual administración municipal y del Gobierno Regional por la modernización de su infraestructura, pero tales iniciativas y cualquier otro avance futuro se verá ensombrecido si no se cautela su uso para rubros ligados con la identidad y el patrimonio de Ñuble.
La Feria y el Mercado de Chillán tienen una carga de significado muy trascendente, que excede lo privativo y la cosa doméstica y como tal debiera ser de interés cívico la pérdida de identidad que está sufriendo.