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Señor Director:
La escritura es fundamental para la educación en todas las áreas disciplinares y su práctica permite desarrollar habilidades transversales, como el pensamiento crítico, la capacidad de síntesis y la comunicación efectiva. Sin embargo, la era de la inmediatez, dominada por la comunicación informal y el contenido breve, ha influido negativamente en una gran cantidad de jóvenes y adultos: la tarea de escribir les resulta intimidante y carecen de confianza a la hora de ejecutarla.
Para derribar estas barreras y fomentar la expresión escrita en contextos educativos, se puede incorporar la escritura creativa mediante actividades extracurriculares, que servirán de puente para fortalecer el rendimiento académico y equiparán mejor al estudiantado para su vida personal y laboral. Ya sea describir algo que están viendo o sintiendo, escribir otro final para su historia favorita o inventar una escena o un mundo ficticio, o el solo hecho de crear a través de la palabra, es un bálsamo que motiva y refuerza la autoestima.
Esta práctica puede enmarcarse en talleres o grupos de escritura, con potencial para convertirse en comunidades que aprecian la expresión escrita e impulsan mentes creativas. A su vez, los concursos de poesía o microcuentos son plataformas que invitan a enfrentar miedos y superarse. La ventaja de usar ese formato está a la vista, por ejemplo, en el proyecto “En 100 Palabras”, que hace más de veinte años convoca a una gran cantidad de relatos breves bajo la premisa de que todas las personas tienen algo que decir.
Cualquiera sea el proyecto que se implemente en un contexto educativo, se estará abriendo un espacio de crecimiento y desarrollo personal para que algunas personas retomen esta práctica y otras la experimenten por primera vez. A fin de cuentas, el primer paso para escribir bien es escribir.
Sergio Gutiérrez
Director de Carrera de Traducción e Interpretación en Inglés UDLA