Señor Director:
El reciente fin de semana electoral en Chile reveló una inusual faceta de nuestra juventud: el compromiso cívico. Más
de 160.000 vocales de mesa, en su mayoría novatos, se convirtieron en los verdaderos héroes del proceso, enfrentando
largas jornadas de trabajo con una dedicación que desmiente el mito de la apatía juvenil. Andrés Tagle, presidente del
Consejo Directivo de Servel, los aclamó por su labor titánica, resaltando que, a pesar de las dificultades, lograron consti-
tuir mesas, contar votos y mantener la calma en un contexto de alta participación: ¡más de 13 millones de electores!
Sin embargo, la historia no es solo de aplausos. La propuesta de un bono extra para estos incansables trabajadores
electorales fue desechada por el gobierno, que argumentó la falta de recursos. ¿Acaso no merecen un reconocimiento
más allá de un agradecimiento verbal? Mientras el ministro Marcel asegura que el esfuerzo financiero ya ha sido
significativo, los vocales siguen esperando su remuneración por un trabajo que no solo es esencial, sino que también
es un acto de fe en la democracia.
En este contexto de celebración y frustración, surge una pregunta: ¿podría este nuevo despertar cívico ser el impulso
que la política chilena necesita? Quizás, solo quizás, al mirar a estos héroes del fin de semana, encontramos la chispa
para reavivar un espíritu democrático que nunca debió apagarse.
Ricardo Rodríguez Rivas
Máster en Gobierno y Gestión Pública